En ambos casos la figura papal se delinea a partir de sus antecedentes y como en el caso de Benedicto XVI eran más conocidos y cercanos a la cotidianidad del poder vaticano, resultó predecible el rumbo que tomaría su pontificado. Por el contrario, con el nuevo Papa Francisco, quien como él mismo lo subrayara estaba viviendo en “lo último de la tierra” y hasta allá fueron para buscarlo, su trayectoria es menos familiar en el hábitat vaticano. Sus antecedentes están más asociados a la figura del nombre que eligió para su pontificado, Francisco, quien representa sencillez, entrega, caridad, reforma, pobreza y amor por la naturaleza; todas estas parecen ser las características similares del obispo Bergoglio en su ministerio pastoral desde décadas atrás.
La situación actual de la Iglesia y del cristianismo en general, no sólo católico, demandan de figuras diferentes que no estén asociadas al poder político de turno, que guardan silencio ante la injusticia y que evidencien un mayor acercamiento con la realidad contemporánea. La secularización de la sociedad no es menos amenazante para los principios defendidos por la Iglesia que los problemas y escándalos internos que ella esta experimentando, por lo que un Papa con una nueva y renovada apariencia surgida de sus propias opciones como religioso, constituye sin duda una gran expectativa de cambio.
Otra razón para la expectativa es la constante migración de creyentes por templos, cultos y experiencias religiosas de diversa índole. Un Papa como Francisco podría seguramente dar un mensaje diferente para saber dialogar con las diversas expresiones religiosas que hay por doquier. Es probable que logre modelar a un creyente firme en sus convicciones, conservador de la tradición con la apertura total para dialogar con todo tipo de creyentes y creencias sin timidez ni arrogancia. No sé si esto frenará la migración de creyentes pero por lo menos marcará una llamada nueva a escuchar y retener lo que conviene al amor fraterno, poniendo en práctica un genuino diálogo interreligioso que modere y disminuya el rol detonador de las religiones en no pocos conflictos mundiales.
Una razón más para la expectativa proviene de “los hermanos separados”, quienes desde el Vaticano II sentimos que hubo un tono distinto en los encuentros entre católicos y protestantes. Hay muchos ejemplos de un relacionamiento continuo que ha estado marcado por logros y decepciones, pero al fin y al cabo viviendo nuevos tiempos. El cardenal Bergoglio se caracterizó por su voluntad no sólo para el diálogo interreligioso sino al encuentro ecuménico con protestantes, evangélicos y pentecostales evidenciando respeto, acogida y apertura.
La expectativa por sí misma no es suficiente detonante para que efectivamente se cumpla, sólo la ingenuidad podría atribuirle a Francisco un poder absoluto que no tendrá y que tampoco parece anhelar; él tendrá que jugar con la dinámica del poder al interior del Vaticano, podrá activar mecanismos de control interno que seguramente existen pero que no funcionan y proclamará nuevas alternativas para hallarle salida a la crisis actual. ¿Convocará a un Concilio? No lo sabemos, pero es claro que no es asunto de buena voluntad, sino también de mucho realismo político.
La expectativa sin embargo continúa, Hans Kung uno de los más duros críticos de la curia romana ha dicho que “Francisco es el Papa de la esperanza” y Leonardo Boff desde el sur deprimido por la pobreza pero esperanzado también ha afirmado: “Creo que el Papa Francisco tiene en mente una iglesia fuera de los palacios y de los símbolos del poder” y el Rev. Doug Birdsall, del movimiento Laussane, el sector evangélico del protestantismo, recordando un encuentro que tuvo con el cardenal Bergoglio hace cinco años en Buenos Aires, ha escrito en un correo electrónico “.. me gustaría animar a cada uno de nosotros orar por él. Se ha convertido rápidamente en el líder cristiano más visible del mundo. El toma el cargo en un momento de grandes retos y en un momento en que muchos en el mundo occidental están tratando a la iglesia y al papado con desprecio”.
Dicho desde una y otra vereda teológica, con diferentes intereses y sueños, lo cierto es que el nuevo papa ha despertado gran esperanza, por eso podemos decir Habemus Exspectatum.
Sobre el autor:
Pablo Moreno es colombiano. Teólogo e historiador. Rector y profesor de la Fundación Universitaria Bautista de Cali, Colombia.
En la actualidad, Pablo Moreno está doctorando en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.
Pablo Moreno es colombiano. Teólogo e historiador. Rector y profesor de la Fundación Universitaria Bautista de Cali, Colombia.
En la actualidad, Pablo Moreno está doctorando en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.
COMENTARIOS: