La redención de la Historia

Por Ignacio Simal Camps, España  

“...Id a hacer discípulos a todos los pueblos...” (Mateo 28:19)
Imagen: Pixabay -  CC0 Public Domain
Nos movemos dentro de los parámetros del tiempo y la historia. No podemos escabullirnos de ellos. De ahí que cuando hablamos de esperanza, debiéramos hablar de una esperanza que se brinda como posibilidad aquí y ahora, y no en un futuro ignoto.
Nos movemos dentro de los parámetros del tiempo y la historia. No podemos escabullirnos de ellos. (Twitea esta cita)
Cuando hablamos de esperanza cristiana la solemos decir a la manera apocalíptica: ya que no hay esperanza realizable dentro del tiempo y la historia, la recluiremos más allá del tiempo y la historia. No hay posibilidad de redención de la historia humana y con ello sembramos en nuestros corazones pesimismo a mansalva. Así sólo nos quedamos con el cultivo de la piedad, las reglas dietéticas y los sueños de un futuro imposible para el ser humano (tres patas que sostienen, más mal que bien, nuestra identidad) a la manera del Daniel bíblico, inválido para hacer frente al Imperio.

Todos los profetas hebreos anunciaron la posibilidad de redención de la historia humana, y el éxodo israelita de Egipto así lo corrobora. También para Jesús de Nazaret la redención de la historia se iniciaba en la redención del pueblo de Dios (un dato: la preocupación preferencial de Jesús
fue Israel, no el Imperio); de ahí su ir y venir entre los estrechos limites geográficos de Israel, y su prédica-praxis dirigida exclusivamente a este a través de su comensalidad abierta con los calificados como “pecadores”, como “últimos” por parte del movimiento de santidad de la época. Básicamente a través de su acción, Jesús estaba diciendo que mientras existan últimos-excluidos en el pueblo de Dios, a la manera del mundo del Imperio, la redención de la historia queda muy lejos de nosotros. De ahí que la misión de los primeros discípulos de Jesús fuera sembrar el Imperio de comunidades donde reinara la justicia, el derecho y la equidad y que se presentaban a las gentes como germen-inicio de la redención de la historia humana.

El reto que nos lanza Jesús de Nazaret nos ocasiona tanto vértigo y pavor que lo empujamos más allá de la historia. Y ello nos hace vivir en la ilusión de estar protegidos de la inconveniencia que supone el seguimiento de Jesús, normado por el sueño de su Padre para el aquí y el ahora del ser humano. Nuestra preocupación se suele agotar en lo que sucederá más allá de la muerte, y no en lo que puede suceder a este lado de la vida, pues hemos abdicado a la transformación de la historia en el otro mundo posible según Dios.

Sobre el autor:
Ignacio Simal es español y pastor de la Iglesia Evangélica Española en Catalunya. Estudió teología y Biblia en Barcelona, Guatemala y Bilbao. Presidente de la Asociación Ateneo Teológico y fundador en el 2005 de la revista digital Lupa Protestante; dirige el Departamento de Comunicación de la Iglesia Evangélica Española; Por 25 años fue profesor de Teología y Biblia en Catalunya.



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