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Podemos manifestar esta unión y cooperación, cada vez que procuramos el bienestar de los demás, participando en iniciativas que nos impulsen a servirles, como puede ser la visita a los enfermos en un hospital, haciendo colecta de ropa y alimentos para los más necesitados, en un grupo que imparta educación en comunidades marginadas, colaborando en campañas de limpieza y cuidado de calles, en los momentos que auxiliamos a quienes son víctimas de alguna catástrofe, es decir prestando nuestros servicios en la creación de mejores condiciones de vida.
La Solidaridad es la ayuda mutua que debe existir entre las personas, no porque se le conozca o sean nuestros amigos, simplemente porque todos tenemos el deber de ayudar al prójimo y el derecho a recibir la ayuda de nuestros semejantes.
PUEDE SER DE TU INTERÉS: La solidaridad como sentido más profundo de la Cruz | Por Juan Stam
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La identidad humana y cristiana se esclarecen en la revelación divina. En el contacto con el texto bíblico se tiene la oportunidad de reconocer la propia dignidad humana, la vocación y la misión del ser humano. El hombre y la mujer ha sido creados por amor y para amar y solo en ese ámbito pueden realizarse.
La plenitud del amor se da en la comunidad. Por eso el proyecto de Dios fue salvarnos como pueblo, ya que la persona humana es siempre relación de amor. La Iglesia no puede desarrollar su misión sino es en la comunión orgánica.
¿Cómo afrontar esta nueva realidad económica? ¿Cómo tener una visión adecuada de la globalización?
En segundo lugar, los cristianos deben luchar para que nadie quede excluido de los beneficios económicos, culturales, sociales y políticos. Hay que buscar los caminos y los métodos que favorezcan el respeto absoluto de las personas, de las culturas, de las conciencias y de las religiones.
El respeto a la libertad personal y de conciencia, así como la plena libertad religiosa debe favorecer una verdadera globalización de la fraternidad y de la mutua comprensión. Solamente de esta manera, podremos realmente afrontar el reto de la globalización, que por su carácter excluyente y destructor de la vida, es contraria a la universalidad y a la ecumenicidad.
Los problemas socio-económicos solo pueden resolverse con la ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre si, de los ricos y los pobres, de los trabajadores, empresarios, empleados, naciones y pueblos. La Solidaridad a nivel local, nacional e internacional es una exigencia del orden moral. En buena medida, la paz del mundo depende de ella.
La respuesta es amor convertido en solidaridad, solo así venceremos los difíciles problemas que nos aquejan como humanidad. No olvides que cuanto mayores y más importantes sean tus privilegios, tanto mayor es tu responsabilidad.
Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno. Director del Servicio de Estudios de la Realidad (SER). Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción. En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
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