Por Victor Rey, Chile y Ecuador
Las
Escrituras nos dicen que Dios es un Dios de Paz; que Cristo es Señor de
Paz. El profeta le llamaba al Mesías esperado el “Príncipe de paz”; el
fruto del Espíritu de Dios es paz y vivir en el Espíritu es justicia,
paz, y gozo en el Espíritu Santo.
Evangelio de Paz abre la posibilidad de una nueva relación con Dios, que se convierte en realidad en la medida en que vivimos en una nueva relación con nuestros semejantes. En esta comunidad las diferencias y las barreras que separaran a los hombres son superadas: nacionalismos, racismos, prejuicios basados en diferencias de sexos, espíritu de competitividad económica, diferencias culturales, religiosas y sociales que contribuyen a actitudes de superioridad de parte de unos y de inferioridad de parte de otros. Por lo tanto podemos decir que la paz está en el mismo corazón de la vida que vivimos y del mensaje que proclamamos los cristianos.
Evangelio de Paz abre la posibilidad de una nueva relación con Dios, que se convierte en realidad en la medida en que vivimos en una nueva relación con nuestros semejantes. En esta comunidad las diferencias y las barreras que separaran a los hombres son superadas: nacionalismos, racismos, prejuicios basados en diferencias de sexos, espíritu de competitividad económica, diferencias culturales, religiosas y sociales que contribuyen a actitudes de superioridad de parte de unos y de inferioridad de parte de otros. Por lo tanto podemos decir que la paz está en el mismo corazón de la vida que vivimos y del mensaje que proclamamos los cristianos.
La Iglesia posee un legado de paz que nos dejó Jesucristo. Las enseñanzas de Jesús, su vida y su muerte en la cruz, apuntan al Nuevo Mandamiento, la ley de amor, que no responde a la violencia con violencia sino que busca otros valores: la humildad, el servicio, la comunidad y la justicia. El nacimiento de Cristo fue un mensaje de paz de Dios a los seres humanos (Lucas 2:14) y predicar la Palabra es “anunciar el evangelio de la paz” (Hechos 10:36).
En la Biblia
la paz no es simplemente la ausencia de guerra o violencia. Tampoco es
el mero equilibrio entre partes encontradas, ni mucho menos el antiguo
concepto romano de destrucción y exterminio de toda oposición. La paz
bíblica incorpora ideas positivas de salud, bienestar y prosperidad. Se
trata de un asunto cultural: una sociedad nueva, un mundo nuevo (1
Pedro 3:13), que se basa en la justicia, el respeto a los derechos
humanos, la solidaridad, la democracia, la amistad, entre personas,
comunidades, pueblos y naciones.
Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno. Director del Servicio de Estudios de la Realidad (SER). Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción. En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
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