Una de las cosas que siempre me ha fascinado de la lengua hebrea del Antiguo Testamento es la capacidad que te permite, y que incluso exige, de mirarle en varias dimensiones, ahí donde en español cada palabra es solo aquello que significa, en hebreo tendrá además una correspondencia numérica, un arte asociado a su propia espiritualidad y forma de ser escrita, una conexión sonora, que aunque no sepamos lo que decimos, las ondas vibratorias de su sonido nos llevan hacia otro lugar, y hacia otro tiempo. Las palabras no solo “significan”, también se sienten, se manifiestan, crean como en el Génesis, a lo que el cristianismo añadirá después que incluso esas palabras caminaron a través del “logos”.
Con esto en mente aterrizo en la palabra “Ishah” (mujer), y la contemplo, está palabra que además contiene al “ish”, al hombre, pero al parecer con una característica extra. Al igual que el nombre Abraham, Ishah contiene una letra “extra”, una hei, una “h”, al final que denota de alguna forma una presencia espiritual diferente. La mujer, en su alma, contiene a Dios, contiene la letra del “yo soy el que soy”, quizás la letra más mística del alefato hebreo, la letra que además representa lo femenino. La mujer, la Ishah contiene en su alma a Dios mismo, es portadora de su esencia, y aunque la teoforía no es completa, si se susurra.
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Mujer, Ishah, contiene a Dios, el misericordioso, palabra que en hebreo se usa igual para escribir “útero”, ahí donde la razón queda anulada para dar paso a la total y absoluta misericordia. Por eso para la mujer no hay razón más poderosa que lo que siente, y quizás por eso han elevado su percepción más allá de la lógica, su presentimiento es una elevación y evolución del saber y de la inteligencia humana. Por eso la necesitamos, para que complemente la racionalidad tan inflada de este tiempo y tan masculinizada, necesitamos a la Ishah, la portadora del nombre de Dios, la portadora de la siguiente dimensión. La portadora de la misericordia.
Sobre el autor:
Hemir Ochoa es pastor de la Iglesia Luterana de Valdivia, en Chile. Estudió en el Seminario Teológico Bautista de Santiago, el Centro de Estudios Judaicos de la Universidad de Chile y en el Seminario Evangélico Unido de Teología de España. Es director de la Academia de Hebreo Bíblico www.hebreobiblico.com
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