El método del bombardeo: ¡Leer bien es hacerle preguntas al texto! | Por Juan Stam

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Pensar es hacer preguntas, y definitivamente, leer bien es interrogar vigorosa y rigurosamente al texto. La lectura pasiva poco aprovecha; la buena lectura es agresiva y lucha con el texto, como Jacob con el ángel, hasta que el texto rinda su sentido y nos dé su bendición. Estudiar bien un texto bíblico es bombardearlo con cuánta pregunta que sea posible.

El primer paso en el estudio de un pasaje debe ser consultar el texto y leerlo con cuidado, ojalá en dos o tres traducciones distintas. Entonces el segundo paso es comenzar a hacerle preguntas al texto, como un conjunto y en cada una de sus palabras. Es indispensable formular todas esas preguntas por escrito. Y por el momento, en este primer paso, no se debe excluir ninguna pregunta para interrogar al texto. Después quedará suficientemente claro cuáles preguntas son realmente fecundas para aclarar el mensaje.

Creo que nuestra mayor falla en el estudio bíblico consiste en no hacerle preguntas al texto. Muchas veces hay detalles interesantes y enseñanzas importantes que nos pasan desapercibidas, porque nos faltó curiosidad. Toda la vida Hechos 17:11 ha sido uno de mis textos favoritos, y por años de años lo había meditado y enseñado. Pero siempre había quedado ciego a una palabra clave en ese versículo, que es la palabra "nobles". ¿Por qué no dice que los efesios eran más bíblicos, o más ortodoxos o más estudiosos que los tesalonicenses? Al fin de cuentas, ellos escudriñaban la Palabra. ¿En qué consistía esa "nobleza" de los efesios? ¿En qué eran menos nobles los tesalonicenses? Cuando comencé a plantear ese tipo de preguntas al texto, el texto comenzó a brindarme nuevas y ricas enseñanzas, compaginándolo con Hechos 17:1-9.
Para esto, conviene darle rienda suelta a la curiosidad. Como ejemplo, interroguemos al relato de los cuatro jinetes (Apoc 6:1-8). Comencemos con una pregunta que tal vez parezca absurda: ¿por qué son cuatro caballos y no cu atro toros, cuatro vacas o cuatro gatas? Pues bien, deben ser caballos para que los jinetes los monten. Estos jinetes no montan vacas ni toros. Con eso, comenzamos a sospechar que el pasaje nos quiere describir una carrera de caballos, deporte sumamente popular en el imperio romano, donde casi toda ciudad importante tenía su hipódromo.

Si estudiamos este pasaje en dos o más traducciones distintas, como es muy recomendable, notamos en seguida una diferencia entre las versiones: algunas traducen "Ven y mira" en 6:1, mientras otras, la mayoría, rezan sólo "Ven". Eso nos provoca nuevas preguntas. ¿Cuál traducción es más fiel? ¿Significa alguna diferencia? ¿A quién manda el ser viviente que venga, a Juan o al primer jinete? Resulta que la traducción correcta es "venga", o "salga", y es una orden de cada ser viviente, dirigida al caballo con su jinete, llamándoles a salir al redondel. Por eso dice "Oí al segundo ser viviente, que decía, ¡salga!, y salió otro caballo" (6:4-5).

¿Por qué escribió Juan este pasaje? ¿Qué está pasando en estos versículos? ¿Es una exhibición de caballos, para sacarles foto, o es una carrera de caballos? ¿Tendría alguna relación con la pasión de los romanos por los hipódromos? Nuestras preguntas, interrogando al texto, nos han ayudado a ver que este pasaje describe la historia, o para Juan el futuro, como una apasionante competencia entre cuatro fuerzas que van galopando a través de los siglos.

Pero siguen las preguntas: ¿Por qué es el Cordero que abre los sellos? (¡Interesantes figuras animales: un Cordero abre camino a cuatro caballos!) ¿Qué función tienen los sellos en esta visión? Porque son los seres vivientes los que llaman a los caballos a salir? ¿Por qué son cuatro y no tres o cinco? ¿Qué papel juegan los seres vivientes en el pasaje? ¿Qué significa el color de cada caballo? ¿Por qué son de colores distintos los caballos? ¿Existen caballos rojos y amarillos hoy? Y para hilar más fino: ¿Cómo es posible que se le ponga la corona al primer jinete y se le declara vencedor, antes que que comience la carrera (6:2)?

Muchas preguntas más podrían sugerirse de este pasaje. Lo importante es reconocer que sólo interrogándole al texto, el texto nos entrega su mensaje. ¡Conviene ser bien preguntón, para recibir mayores bendiciones!

Sobre el autor:
Juan Stam se nacionalizó costarricense como parte de un proceso de identificación con América Latina.  Es Dr. en Teología por la Universidad de Basilea.  Docente y escritor de libros, artículos y del Comentario Bíblico Iberoamericano del Apocalipsis de Editorial Kairós.


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