Yo me encuentro triste y solo
Y buscando por la calle
Mi camino
Porque soy un vagabundo
En mi tierra, en el mundo
Mi Camino
Yo me encuentro triste y solo
Y buscando por la calle
Mi camino
El camino, mi camino
El camino del verano
Y yo soy un vagabundo
Yo me
voy por este mundo
La voz del poeta cantor pinta el cuadro actual.
Personas en constante movimiento, vagando por el mundo sin hogar fijo. Buscando
por calles, mares, fronteras. Algunas forzadas por guerras, hambre, violencia.
Otras, turistas de la vida, en busca inacabable de nuevas experiencias, de
estímulo, de cambio. En palabras de un sociólogo, hoy las identidades se
adoptan y se descartan como disfraces.[1]
Se privilegia la apariencia sobre la salud; se procura consumir más que
producir; se prefiere la obsolescencia antes que la durabilidad –aún en las
relaciones interpersonales. Se fragmenta la vida en episodios en lugar de
trazar una estrategia de vida, se procura que todo se consiga YA. Hago
referencia aquí al pensamiento del sociólogo polaco Zigmunt Bauman. En este
medio, prosigue, las relaciones humanas son fragmentarias y pasajeras y se
sustituye la ética por los sentimientos morales, las intuiciones y los impulsos
de los seres autónomos. Todo milita contra la construcción de redes duraderas
de deberes y obligaciones mutuas.
Yo me encuentro triste y solo
Yo me encuentro triste y solo
Y buscando por la calle mi camino
El camino, mi camino
Y yo soy un vagabundo…
Frente a este cuadro, ¿existen buenas noticias? ¿Tiene
el evangelio de Jesucristo algo que aportar a nuestro mundo vagabundo? ¿Hay
camino? ¿Hay destino? ¿Hay esperanza?
La Biblia toda es un registro de un pueblo que
camina, se encamina hacia su destino, su vocación de vivir de tal manera que sirvieran
como ejemplo a los otros pueblos. El pueblo se encamina, se desvía, se
encarrila. Elige caminos de vida. Elige caminos de muerte. En medio de sus
elecciones, su Creador no se ausenta. Aún cuando el pueblo vaga por el
desierto, Dios se acerca, proveedor, sustentador, perdonador, restaurador. Les
provee una ley que les traza el camino de regreso a su destino: al amor a Dios
hecho carne en el amor al prójimo y el cuidado de la tierra. Aún cuando el
pueblo incumple esta ley que conduce a la vida, Dios envía profetas que les desafían
a mirar hacia atrás, a hacer memoria del camino recorrido, y les instan a mirar
hacia delante, indicándoles hacia dónde deben dirigir sus pasos para llegar a
su destino. Y ¿cuál, nuevamente, es ese destino? Vivir como pueblo de Dios en
medio de los pueblos del mundo. Encontrar su identidad en la irrevocable
relación con su Creador y demostrarla en la calidad de las relaciones con sus
co-criaturas. La esperanza del pueblo radica, no en su fidelidad a su pacto con
Dios sino en la fidelidad del Dios del pacto, ese Dios-comunidad-de-Amor que se
empeña en intervenir en la historia humana para encaminar a la creación toda
hacia sus propósitos de vida plena.
Entonces, ¿qué de nosotras y nosotros hoy? Las
noticias diarias no son buenas. Los caminos que nos propone la actual sociedad
de consumo globalizado, sostenida por el andamiaje armamentista y el abuso de
la creación, sólo nos dejan como vagabundos errantes. Para los más vulnerables,
pobres, mujeres, niños, niñas, estos caminos deletrean m-u-e-r-t-e. Para
quienes afirmamos la bondad del Creador y seguimos en el camino del Señor
Jesucristo por el poder del Espíritu Santo, nuestra vocación es clara: vivir de
tal manera que sirvamos como ejemplo a quienes nos rodean. No porque tengamos
una moralidad superior, no porque seamos mejores personas, no por ninguna
estrategia de desarrollo. Sólo más bien porque encontramos nuestra identidad
irrevocable en nuestra relación duradera con el Dios que es desde siempre y
para siempre. Caminamos hoy con esperanza porque pertenecemos a ese Camino.
TENEMOS
ESPERANZA
Porque Él entró en el mundo y en la historia;
Porque quebró el silencio y la agonía;
Porque llenó la tierra de su gloria;
Porque fue luz en nuestra noche fría.
Porque Él nació en un pesebre oscuro;
Porque vivió sembrando amor y vida;
Porque partió los corazones duros;
Y levantó las almas abatidas.
Coro:
Por eso es que hoy tenemos esperanza
Por eso es que hoy luchamos con porfía;
Por eso es que hoy miramos con confianza
el porvenir (en esta tierra mía)
Porque atacó a ambiciosos mercaderes.
Y denunció maldad e hipocresía;
Porque exaltó a los niños, las mujeres
Y rechazó a los que de orgullo ardían.
Porque cargó la cruz de nuestras penas;
Y saboreó la hiel de nuestros males;
Porque aceptó sufrir nuestra condena
Y así morir por todos los mortales.
Porque una aurora vio su gran victoria
sobre la muerte, el miedo, la mentira;
ya nada puede detener su historia,
ni de si reino eterno la venida.
Perera y Pagura
[1] Zigmunt Bauman: From Pilgrim to
Tourist –or a short history of identity
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