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El “Diseño Original” se ha convertido en el santo y seña de algunos evangélicos conservadores para condenar la homosexualidad. Desde su lectura descontextualizada, Gén. 1, 27 y 2, 24 son la clara demostración que en el “Diseño Original” de Dios está establecido única y exclusivamente la relación heterosexual para todos los tiempos y en cualquier circunstancia.
La pregunta es: ¿es este tipo de lectura fiel
a la totalidad de la enseñanza de la Palabra de Dios? ¿responde al propósito
original de los textos bíblicos?. Sólo una lectura contextual de estos pasajes
podrá ayudarnos a entender su sentido. En este artículo proponemos un ejercicio
de hermenéutica que busca ubicar el contexto histórico y cultural en el cual
surgió Génesis 1[1].
El
contexto histórico de Génesis 1
La generalidad de los eruditos modernos afirman
que el relato de la creación en Génesis 1 fue formulado en el s. VI antes de
Cristo por la escuela sacerdotal, durante el cautiverio de Babilonia o
inmediatamente después de éste[2]. Hacia el final de la deportación, varios de la élite israelita buscaron
asimilarse tanto a la cultura como al estilo de vida de sus captores, olvidando
así la esperanza de la liberación y del regreso a la tierra prometida. Los
profetas, entre los que sobresale el II Isaías, tuvieron que esforzarse mucho
para impedir esta aceptación pasiva de la esclavitud y esta admiración por los
valores del imperio. Exhortaron a los cautivos a mantener la fe en la promesa
redentora de Yahvé (Is. 41, 14; 51, 14; 58, 20; etc.).
Adelantándose milenios a los teóricos de la
revolución del s. XX, tanto los profetas de la cautividad como los integrantes
de la escuela sacerdotal, entendían que era necesario crear las condiciones
tanto objetivas como subjetivas para el proceso de liberación. Las primeras
llegarían con la derrota de los babilonios por la fuerza emergente de los
medo-persas. Pero se necesitaba trabajar arduamente para abonar las condiciones
subjetivas. Para deslegitimar las pretensiones de divinidad y eternidad del
imperio era preciso “deconstruir” sus mitos fundantes, y formular un poderoso
discurso alternativo movilizador.
PUEDE SER DE TU INTERÉS: Ese diseño ya no existe | Por Abel García
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El
discurso dominante opresor
El discurso babilónico dominante expresado en
el mito de la creación conocido como “Enuma
Elish”, y que era recitado en las fiestas primaverales de Año Nuevo, tenía
los siguientes sentidos[3]: 1) Marduk, el dios oficial y supremo del panteón babilónico, obtuvo
su poder tras derrotar a dioses antiguos. Partió en dos el cuerpo de la diosa
primigenia Tiamat, con una mitad creó el cielo y con la otra mitad la tierra.
Así, la violencia y la muerte son el origen de la creación. Y esa violencia
sangrienta es la que legitima el dominio del imperio, el cual debe ser visto
como sagrado.
2) Marduk es elegido por los demás dioses como
rey para que se enfrente a Tiamat y su hijo Kangú. Siendo este dios la
representación de Babilonia, el sangriento dominio de este imperio es, por
tanto, el designio de los dioses. Oponerse al mismo es oponerse a la voluntad
divina.
3) Después de matar a Kangú, Marduk mezcla su
sangre con la tierra y crea a los seres humanos comunes y corrientes, para que
ellos sean siervos de los dioses, para que hagan los trabajos serviles y así
libren de fatiga a la corte de divinidades. Esto implicaba que tanto el
emperador como la aristocracia babilónica que descienden directamente de los
dioses, deben ser servidos por el resto del pueblo.
Un
discurso alternativo y liberador
Frente al discurso dominante del mito “Enuma Elish”, la escuela sacerdotal
judía elabora, a partir de su fe en Yahvé, un contra discurso liberador sobre
la creación, en forma de “himno didáctico”. 1) La creación no es el resultado
de la violencia y el derramamiento de sangre; sino de la voluntad soberana de
Dios. Él dijo y fue hecho se repite al
menos ocho veces en este himno[4].
3) No hay dos clases de seres humanos: los
descendientes de dioses, y los simples mortales. Todos los seres humanos son
iguales porque todos fueron creados a imagen y semejanza de Yahvé (Gén. 1, 27).
Nade puede ser esclavo de otro. El destino de los seres humanos no es servir a
la aristocracia; sino multiplicarse, dominar la tierra y sojuzgarla (Gén. 1,
28)[5].
Este discurso alternativo y emancipador era
cantado durante todos los días de reposo en las sinagogas judías que fueron
creadas durante la cautividad en Babilonia. Este himno permitió mantener viva
la fe en la acción redentora de Dios y en su pronta liberación del yugo
babilónico.
Conclusión
El propósito de Gén. 1, 27 no fue proveer un
único y excluyente “modelo heterosexual de familia”. Emplearlo de esta manera
es tergiversar su sentido y manipular el texto bíblico. Su mensaje apunta, por
el contrario, a resaltar la verdad de que todos los seres humanos son creación
de Dios y, por tanto, somos también intrínsecamente iguales. Y todos, incluidos
la comunidad GLBT, son portadores de derechos inalienables que nunca deben ser
conculcados, y menos en nombre de Dios.
[2] Miguel Ángel Tábet, Introducción al Antiguo Testamento. I. Pentateuco y Libros Históricos.
Ed. Palabra: Madrid, (2da Edición), 2008.
[3] Francisco José Gómez, Dioses, Templos y Oráculos. Creencias Cultos
y Adivinación en las Grandes Civilizaciones del Pasado. Ed. Newtilos:
Madrid, 2007.
[4] El salmista capta muy bien el sentido del
discurso contra hegemónico de Génesis 1. Yahvé es soberano, por su palabra
existen todas las cosas: “él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Sal. 33,
9). Y es en la creación que se revela el carácter de Dios: “Él ama la justicia
y el derecho” (Sal. 33, 5). Frente a la soberanía y justicia de Dios, la
opresión de los imperios desaparecerá: “Jehová hace nulo el plan de las
naciones y frustra las maquinaciones de los pueblos” (Sal. 33, 10). Este era
precisamente el mensaje de Génesis 1.
[5] La Declaración de Independencia de los EEUU de
1776, capta magistralmente el sentido del mensaje de Génesis 1: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres
son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la
felicidad”.
Sobre el autor:
Julio Córdova Villazón es boliviano. Sociólogo,con estudios sobre el movimiento evangélico, cultura, política y derechos sexuales y reproductivos de su país. Miembro del Núcleo de la Fraternidad Teológica Latinoamericana en La Paz - Bolivia.
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