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El chismoso es aquel capaz de producir una información de fuentes y eventos a los que había que tener acceso. En aquellos entonces las mujeres tenían limitaciones socio-espaciales (i.e., se limitaban a estar en sus casas), sin embargo los hombres tenían mas movilidad para estar fuera de la casa; y la niñez disponía de una fluidez de movimiento mayor que los adultos. Así que el asumir que en aquellos entonces las mujeres eran chismosas no es totalmente cierto. Más bien, a nivel social los esclavos de confianza, porteros, y sirvientes tenían acceso a un sin numero de chismes pues podían escuchar múltiples conversaciones en el gimnasio, los baños a vapor, el mercado, y los templos.
La pregunta que nos viene a la mente es: ¿Qué podemos entender por chisme? Primero, el chisme es esencialmente información de personas conocidas. Para que el chisme funcione debe ser una actividad grupal interna, es decir, todos deben saber de quién se trata, todos deben de conocerse entre sí de alguna manera. Si el chisme no se trata de un conocido o figura publica, se le pierde sentido. En otras palabras, y reiterando, para poder chismear juntos las personas deben conocerse mutuamente. Segundo, el chisme es conversación evaluativa, se trata de un juicio que emitimos al juzgar las faltas, fallas, o secretos de otras personas. En el chisme juzgamos el carácter y las fallas de otros, o bien compartimos sus secretos que nadie debería de saber. Tercero, el chisme se refiere a algo que se comparte entre dos o mas personas sobre una tercera que esta ausente. Si la persona esta presente cuando hablamos de ella, esta se defenderá o luchará por su honor y no sería chisme, sino una confrontación. Tenemos entonces que el chisme es información evaluativa de terceros conocidos y ausentes, donde juzgamos sus faltas y fallas morales; pero no estamos completamente seguros de que toda esa información sea cierta, aunque lo parezca y tenga sentido, lo que sucede es que nos divertimos a espaldas de la otra persona.
El entender el chisme como pecado se centra en el juzgar a otros por sus faltas, sin poner atención a la viga en nuestro ojo (Mateo 7:1-5). El problema moral de fondo esta en si lo que se comparte como chisme es algo que se había pedido que fuera guardado en confidencialidad, si lo que se comparte hace daño a la integridad del tercero ausente, y si lo que se comparte fue una conversación privada y compartida en confianza. Puede ser que el chisme sea información verdadera (i.e., violando la confidencialidad de una conversación intima), puede ser que la información se comparta sin mala intención, o puede ser que la información sea parcialmente verdadera, o totalmente falsa. Si se pidió que fuera guardada en confidencialidad, como sucede en lo que se comparte en Reuniones de Clase, si la confidencialidad se rompe es chisme.
Desde una perspectiva negativa, las personas pueden usar el chisme para ridiculizar, luchar, y atacar la integridad de otros ejerciendo una influencia hacia otras personas contra la persona siendo chismeada. Hablamos entonces del chisme como de un tipo de agresión indirecta que busca dañar a otros, aunque originalmente quien compartió el chisme no tuvo esa intención. A nivel grupal esta dinámica del chisme toma lugar cuando esta se permite y se alimenta, pues los limites de lo que es y no es chisme no están bien marcados en el grupo. Es decir, si se pudiera definir que es chisme, y si se debería permitir o no en el contexto de interacciones sociales, el chisme podría controlarse y evitar el daño que provoca. Las iglesias deberían establecer tales limites y así evitar que conversaciones chismosas que tal vez en los barrios se considere culturalmente aceptadas, en el cuerpo de Cristo no deberían ser permitidas pues dividen al pueblo de Dios. Para ello es necesario que las personas conozcan los consecuencias del chisme y la violación de la confidencialidad.
Las Escrituras nos hablan del uso de la lengua y de la problemática del chisme. Veamos un pasaje, y el caso del apóstol Pablo. Empecemos con la epístola de Santiago en el capitulo tres cuando se refiere a la lengua.
En la epístola de Santiago en el capitulo tres encontramos el tema del uso de la lengua, y es un pasaje que se divide en varias secciones siguiendo una estructura de retórica griega (e.g., el tema del pasaje 3:1-2; del 3:3-10a se da el desarrollo de la idea, pues es difícil controlar la lengua, y cierra o concluye con el 3:10b-12). El tema a propósito se trata de los maestros (3:1) que recibirán más juicio que cualquier otra persona (Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación). ¿Por qué? La confirmación o prueba es “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (3:2). En pocas palabras, al utilizar los maestros su habla con fuente de enseñanza pueden ofender grandemente, más que cualquier otra persona, y por tanto recibirán mayor juicio. Es cierto que el pecado del habla es universal, puede afectar a cualquiera; pero a los maestros afecta más pues hablan más. Pero en el verso 2, Santiago parece apuntar a los maestros que son maduros con el termino “teleios” que se traduce como persona “completa, madura, o perfecta”. Una de las marcas de alguien maduro y auto disciplinado es alguien que en el “uso de su palabra” es cuidadoso. La palabra de verdad da nueva vida y trae salvación (1:18, 21), la palabra que las personas deben practicar no simplemente escuchar (1:22). La preocupación del autor es la salud del cuerpo de creyentes, que como un todo pueden ser dañados por la falta de control de la lengua del maestro.
El autor usa muchas ilustraciones (i.e., no metáforas) para la iglesia y el maestro (vv. 3-8) del control de la lengua como el “freno en la boca del caballo” ilustrando la iglesia como el caballo, “el timón de un barco” ilustrando la iglesia como el barco, o como un pequeño fuego (e.g., Salmos 16:27, 120:3-4) que enciende a la congregación como un gran bosque, y mencionando que hasta todo tipo de bestias pueden ser domadas pero es difícil domar la lengua. En los vv. 9-10a el autor enfatiza el doble uso de la lengua que podemos usarla para bendecir y maldecir a otros, alegando que algunos de los maestros a quienes Santiago se refiere hablan bendición y también maldición, como abertura que da agua dulce y agua amarga a la vez; algo que alude que es un comportamiento inaceptable. En pocas palabras, el cuerpo de Cristo se ve dañado donde se usa el habla con propósitos de maldición y habladuría, venga esta de los maestros o no.
Los maestros parecen ser un ministerio de la iglesia muy importante (Efesios 4:11), a la altura de los apóstoles y profetas. Esta preocupación de Santiago con los maestros tiene paralelos con Mateo 23:9-10, pero hay algo particular en este capitulo de la epístola. Jesus se preocupaba de los problemas del orgullo y la jerarquía; mientras que la preocupación de Santiago tiene que ver con la enseñanza de errores morales (no necesariamente doctrinales) que pueden hacer daño no solo al maestro sino también repercute en los estudiantes. Recordemos el caso de Moises, el gran maestro de Israel (Números 20:11-12) que en vez de hablarle a la roca la golpeo, y por esa mala actitud ante el pueblo fue castigado. También nos recuerda Salmos 12:2-5 que comunica el uso de la lengua para la mentira y la opresión del pobre y del necesitado; y como el Señor traerá justicia ante mala practica. Pero los maestros no son los únicos a quienes la lengua afecta.
Pablo fue otro quien fue sujeto a chisme por su celo religioso, de parte de sus múltiples enemigos, a quienes Pablo no siempre identifica pero ataca. Uno puede suponer que los origines de Pablo y su llamado pudieron ser fuente para el chisme, por el cual tiene que compartir su testimonio de como su llamado apostólico tuvo lugar, y su origen de fariseo y hombre de buena formación. Algunos argumentan que Pablo tenia sus orígenes en Sicilia, y los Sicilianos de aquel entonces eran considerados por tener fama como mentirosos. Pablo sin lugar a dudas fue una persona controversial para algunos, y radical para otros; y fue víctima de chismes. Por ejemplo,
Uno podría imaginarse a la gente hablando de Pablo en un contexto de amor y sexo, pero seguramente sus ideas de que era mejor para un hombre el no tocar a una mujer (1 Corintios 7.1), su celibato y viajar sin esposa como lo hicieron otros apóstoles (1 Corintios 9.5) y su deseo que ‘todos fueran como yo soy’ (1 Corintios 7.7) provocaría más de un comentario. Especialmente uno se puede imaginar, cuando Pablo también urgió a parejas a practicar el sexo regularmente (1 Corintios 7.5) y no se oponía a que mujeres le apoyaran en su ministerio como el caso de Febe y Lidia (Romanos 16.1 y Hechos 6). Las personas celosas siempre promueven una discusión evaluativa y Pablo era ‘una locura fanática y totalmente comprometida con el curso al que se sentía llamado por Dios’[1].Definitivamente algo que le ha sobrevivido a Pablo, en oposición a sus atacantes, han sido sus escritos, pues según parece no era muy bueno en su comunicación oral. Aquellos ricos que le apoyaban le proveían con una audiencia leal que distribuía sus escritos viralmente. Para Pablo estaba bien ser totalmente Gentil y cristiano, para otros ser cristiano implicaba la aceptación de ciertas reglas y practicas Judías. Por supuesto los Gentiles del mundo Romano apoyaban a Pablo.
El chisme es una oralidad manipulativa y selectiva pues se comparte entre conocidos. El chismoso tiene el poder de controlar quién sabe qué, y con quién compartir qué detalles. El chisme, aunque sea bien intencionado, tiende a poner en tela de juicio la integridad de la persona, algo que puede ser dañino no solo para la persona atacada sino también para la comunidad. Tal y como encontramos en las Escrituras estas censuran fuertemente el uso del chisme que viola la confidencialidad entre los hermanos en Cristo. Por un lado, el mal uso de la lengua por parte de aquellos que enseñan las Escrituras o doctrina daña el cuerpo de Cristo. Por otro lado, con el caso de Pablo podemos notar que había chisme en sus comunidades, algo que afectaba su reputación como apóstol. Pablo contextualizaba una fe judía para aplicarla a un contexto Gentil donde las normas judías de sexualidad y de clase social parecían extremas y ridículas. Esto, entre otras cosas, pudo provocar chisme contra su persona. De Pablo podemos rescatar cuan dañino puede ser el chisme en el cuerpo de Cristo, pues el chisme va de la mano con el estatus y el honor de los terceros afectados por la conversación.
¿Qué sugerencias se pueden aplicar en la iglesia para controlar el chisme?
Veamos tres sugerencias para lidiar con el chisme en la congregación:
Primero, los pastores o pastoras deben enseñar sobre este tema del chisme, pues es necesario que las personas comprendan que con su habladuría pueden estar haciendo mucho daño. Aquellos que comparten chisme, usualmente no creen que lo que hace sea malo. La mejor solución para atacar el chisme es definirlo, explicarlo y diferenciarlo de lo que no es chisme. Es decir, es necesario que las personas sepan qué es y qué no es chisme, para que no pequen cometiéndolo. Veamos la definición compartida arriba:
Definición: El chisme es información que se comparte entre conocidos, sobre un tercero ausente, donde nos divertimos juzgando sus faltas y fallas morales. El chisme, aunque sea bien intencionado, tiende a poner en tela de juicio la integridad de la persona, algo que puede ser dañino no solo para la persona atacada sino también para toda la comunidad de creyentes.La razón por la que queremos controlar el chisme es porque daña o divide el cuerpo de Cristo. Si uno de los miembros del cuerpo se adolece, todos deben dolerse. No debemos permitir que nada dañe el cuerpo de Cristo. No debemos permitir que unos sean juzgados por otros; no existimos para apuntar a las faltas de los demás, sino para apoyarnos mutuamente en amor.
Segundo, no existirían chismosos sino hubiera una audiencia que le escucha. Por tanto, el problema no se encuentra en el chismoso solamente, sino en aquellos que disfrutan lo que este comparte. El chismoso tiene el poder de controlar quién sabe qué, y con quién compartir qué detalles. Así que el intentar controlar a aquellos que chismean más recurrentemente no produciría un resultado deseado; pues todos de una u otra manera de vez de cuando podemos caer en el vicio. Por tanto, no se trata de simplemente controlar chismosos, sino también a su audiencia. Debemos de tener normas y reglas que ayuden a toda la congregación a evaluar si lo que se comparte de un tercero puede estar dañando su integridad, o podríamos estarle juzgando sus fallas. Estamos para amarnos y apoyarnos mutuamente, no para juzgarnos o dañar a otros con nuestra lengua.
¿Qué podríamos hacer al respecto, si por alguna razón nos encontramos entre la audiencia al escuchar lo que podría ser un chisme?
Exhorte sabiamente a la persona diciendo: “Si esto se trata de un chisme no quiero escucharlo, ni deseo ser parte de la audiencia”. Créalo o no, el solo hecho de decir esto ayudaría en el desarrollo del discernimiento en la comunidad para empezar a frenar el chisme. Esto también ayudaría a la persona, aunque esta se moleste, a evaluarse si lo que va a compartir será de edificación al cuerpo de Cristo, o de juicio y división.
Tercero, en las Reuniones de Clase algunas personas compartirán temas personales. Todos los participantes deben firmar un documento grupal donde se estipula que guardarán confidencialidad (entre otros valores) de lo que ahí se converse. Esto debe explicarse con detalle, y la violación de la confidencialidad debe tener claras consecuencias. Esto significa que TODO lo que se comparta en el grupo, nadie por ninguna razón, debe de saberlo fuera de ese circulo de intimidad. Ni el pastor, ni el cónyuge, ni nadie. Aquella persona que comparta algo, o insinúe algo de lo conversado, aunque sea con buenas intensiones, debe llamársele a disciplina. No hay nada que pueda hacer más daño a una Reunión de Clase que el que la confidencialidad se rompa. Por tanto, es necesario definir que vamos a entender por disciplina. Disciplina no es hacer daño sino ayudar a que la persona corrija su falta.
Usualmente quien chismea no sabe que lo que hizo fue incorrecto. Algo que se podría
recomendar es que la persona sea llamada frente al pastor y el tercero de quien se habló, aclare lo sucedido y por qué razón compartió algo que se había solicitado que fuera guardado en confidencialidad. Una vez llamada la persona a cuentas, se le puede solicitar no participar de ninguna Reunión de Clase por un periodo de tiempo. Si la persona es recurrente, la disciplina debe ser más firme, como el llamarla a cuentas nuevamente, y esta vez no se le permite participar de ninguna Reunión de Clase.
Preguntas de Reflexión y Discusión
Cada capitulo va a presentar dos tipos o secciones de preguntas para ayudar al lector a sacarle un mejor provecho a la lectura. Por un lado, las preguntas de reflexión son para que los individuos que leen el capitulo las respondan solos, desde su propia reflexión. Por otro lado, las preguntas de discusión están diseñadas para que en grupos pequeños las personas conversen entre si la mejor respuesta posible, basadas en la lectura, y escriban lo mas ampliamente su respuesta grupal.
Preguntas de reflexión individuales
- ¿Ha sido Ud. víctima de chisme en su iglesia? Comparta un ejemplo personal con su respuesta.
- ¿Ud. cree que hay chisme en su iglesia? ¿Cómo se maneja el chisme en su congregación?
- ¿Cómo explicaría Ud. en detalle qué es chisme y cómo funciona?
- Conversen entre sí el siguiente párrafo, “no existirían chismosos sino hubiera una audiencia que le escucha. Por tanto, el problema no se encuentra en el chismoso solamente, sino en aquellos que disfrutan lo que este comparte. El chismoso tiene el poder de controlar quién sabe qué, y con quién compartir qué detalles. Así que el intentar controlar a aquellos que chismean más recurrentemente no produciría un resultado deseado; pues todos de una u otra manera de vez de cuando podemos caer en el vicio. Por tanto, no se trata de simplemente controlar chismosos, sino también a su audiencia. Debemos de tener normas y reglas que ayuden a toda la congregación a evaluar si lo que se comparte de un tercero puede estar dañando su integridad, o podríamos estarle juzgando sus fallas. Estamos para amarnos y apoyarnos mutuamente, no para juzgarnos o dañar a otros con nuestra lengua.” Es fácil apuntar a otros como chismosos, sin reconocer que podríamos estar participando en alimentar ese comportamiento.
- ¿Cuáles sugerencias brindarían para atacar el problema del chisme en su congregación o en las Reuniones de Clase?
[1] Botha, Pieter J J. “Paul and gossip: A social mechanism in early Christian communities”. In
Neotestamentica, 32:2 1998, p. 277
Sobre el autor:
El Dr. Osías Segura es un misionólogo costarricense. Osías, después de cinco años de enseñanza en el Seminario ESEPA en Costa Rica, se trasladó a California donde fue profesor del Seminario Teológico Fuller. En la actualidad está radicado en Nicaragua como misionero de la General Board of Global Ministries.
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