Con distintos tipos de énfasis, muchas iglesias buscan que surjan nuevos líderes. Seminarios, conferencias, cursos, programas de todo tipo se centran en la formación de personas para el liderazgo cristiano. Algunos de estos programas son motivadores, otros son estratégicos y otros solo metodológicos y otros tienen un poco de cada cosa. Hace unos 40 años, cuando estudiaba en el Seminario, uno de mis trabajos fue sobre el liderazgo cristiano, pero desde hace varios años he cambiado mi visión. Puedo ver con preocupación que los líderes de nuestras iglesias tienen muchas deficiencias en varios campos de su formación, y esto ha cambiado mi perspectiva en el tema.
Por lo tanto mi reflexión, es que la iglesia de hoy, se llame a replantear el desafío de su misión, basando su trabajo y su esfuerzo en la formación del discipulado cristiano.
Citaré al teólogo, pastor y misionólogo, Orlando Costa, (1942-1987), quien nos ha hecho reflexionar y nos ha desafiado en este tema. En uno de sus libros “Compromiso y Misión”, dice lo siguiente:
“Una misión en anchura debe ir acompañada de una misión en profundidad”Lo primero que deseo señalar en mi observación, es que esta relación entre anchura y profundidad está totalmente disociada en la mayoría de las comunidades cristianas latinoamericanas de nuestro tiempo.Y segundo, que la iglesia ha perdido ésta profundidad por las ansias de una anchura, de una masificación basa más en el liderazgo unipersonal copiado de otras culturas, que en el compromiso discipulador comunitario que Jesús nos enseñó.
Cuando queremos mejorar nuestro futuro, tomamos el discipulado como la base para la misión de la iglesia, tenemos que comprender que el discípulo cristiano se aferra a una cruz que “causa escándalo” como dice Orlado Costa, esto significa que no es proselitismo lo que perseguimos, ni la fama, ni el éxito ante una multitud masificadora. “El verdadero discípulo es movido por el deseo de ser un siervo bueno y fiel del reino.- Mateo 25:21”
Hacer discípulos no se agota en la invitación de seguir a Jesús, sino en comprender que somos instrumentos de su preciosa gracia. Cito nuevamente a Orlando Costa, “…la solución de la situación actual está más bien en una renovada inserción en la misión de Jesucristo. Se halla en la disposición de la iglesia de humillarse ante él, en su disposición a dejarlo tomar el control de su vida y ministerio y dejarlo fijar su agenda misionera y trasformar a sus miembros mediante el Espíritu en vasos eficaces de su gracia” (Pag. 55)
Cuando podamos poner en práctica comprometidamente la formación de discípulos que se aferren a la Cruz que escandaliza, y a su Espíritu que nos hace instrumentos de su Gracia, la profundización de nuestra responsabilidad ante nuestra sociedad será más eficaz.
Hagamos discípulos, es el mandato de Jesús, y después vendrán los líderes.
Sobre el autor:
Hugo Daniel Ramirez es argentino, pastor bautista desde 1978. Egresado del Seminario Internacional Teologico Bautista. Vive actualmente en San Carlos Centro, Provincia de Santa Fe, Argentina
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