El trabajo ecuménico en América Latina no es fácil, pero si creemos
que realmente somos uno en Cristo y que estamos llamados a una misión
integral, hay que buscar espacios para hacerlo. Las iglesias y misiones
evangélicas son un espacio donde podemos trabajar codo a codo con otros
cristianos comprometidos socialmente, pero a partir del Evangelio. De lo
contrario, no pretendamos que estamos haciendo labor cristiana. Creo en
el valor de las obras humanas, pero si queremos ser cristianos,
partamos del Evangelio, partamos de nuestra unidad en Cristo, a pesar de
nuestras diferencias en cuestiones de escatología o acerca de la mejor
estrategia para llegar al poder, los alcances de la labor política,
etc., etc. Nuestro compromiso con Cristo nos lleva a un testimonio
cristiano, a ser “sal” y “luz” en medio de una sociedad en decadencia,
una sociedad que muestra sus lacras en términos de niños abandonados,
prostitución infantil, injusticia institucionalizada, empobrecimiento de
las masas, corrupción a todo nivel. Unámonos en Cristo Jesús para dar
testimonio de que hemos sido creados en él para vivir el Evangelio en
todas sus dimensiones, en respuesta a los problemas que nos rodean!
Los cambios que se han dado en el panorama eclesial en estos últimos
años exigen que quienes creemos en la necesidad de un testimonio
cristiano unido revisemos nuestra agenda ecuménica. Es urgente que
practiquemos el ecumenismo con hermanos y hermanas que tal vez puedan
tener muchas limitaciones teológicas pero están viviendo y sirviendo en
nombre de Cristo en medio de los pobres.
Muchas veces nuestro ecumenismo se reduce al grupo de gente que está
de acuerdo con nosotros políticamente; que comparte la misma ideología
de cambio social y sueña en una sociedad socialista. Si nuestro
ecumenismo se reduce a eso, estamos equivocados: ¡no somos realmente
ecuménicos, sino “ecumenistas”! Lo digo con dolor en el alma: muchas
veces los fondos que vienen de organizaciones ecuménicas de Europa y
Estados Unidos sirven para apoyar programas que privilegian al que
comparte nuestra ideología pero no la fe en Jesucristo. Podemos debatir
este tema, pero mi propuesta es esta: hagamos un nuevo tipo de
ecumenismo verdaderamente ecuménico (valga la redundancia).
Honestamente
creo que en este momento hacen falta organizaciones ecuménicas pero no
“ecumenistas”. En otras palabras, necesitamos organizaciones en las
cuales se viva un ecumenismo a partir del Evangelio. Organizaciones
“proeclesiásticas” (mejor que “paraeclesiásticas”) donde hermanos
católicos progresistas que se han sentido presionados por una estructura
autoritaria que ya no les da cabida, y hermanos evangélicos que tienen
problemas por haber alzado la voz contra posturas de algún “papa”
defensor del estatu quo, se sientan a gusto y formen un frente común
como cristianos, a partir del Evangelio y al servicio del pobre, por la
causa del Reino y su justicia. Esa es mi propuesta por la unidad, el
Reino de Dios y su Justicia.
Sobre el autor:
C. René Padilla es ecuatoriano, doctorado (PhD) en Nuevo Testamento por la Universidad de Manchester, fue Secretario General para América Latina de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos y, posteriormente, de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Ha dado conferencias y enseñado en seminarios y universidades en diferentes países de América Latina y alrededor del mundo. Actualmente es Presidente Honorario de la Fundación Kairós, en Buenos Aires, y coordinador de Ediciones Kairós.
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