Pienso en las personas empobrecidas, sin apenas un trozo de pan que llevar a su propia boca y a la de sus hijos e hijas. Pienso especialmente en aquellas que confiesan a Jesús de Nazaret, que son parte del pueblo De Dios-Iglesia, y que su único alimento es el llanto. Y el dolor se les hace más intenso cuando escuchan a su alrededor la pregunta, “¿dónde está tu Dios?“. Pregunta que acaban haciendo suya al ver la realidad en la que se ven sumidas: ¿dónde está mi Dios?.
Su pregunta se transforma en otra, si cabe más punzante: ¿dónde están aquellas personas que se consideran mis hermanos y hermanas por compartir la misma fe..?
¿Hay esperanza? Sí, la hay. Simplemente debemos abrir nuestros oídos a la voz del Resucitado que nos dice constantemente “¡dadles vosotros de comer!” a fin de que haya igualdad. Acabo expresando, en palabras de Pablo, el deseo de fraternidad y ayuda mutua que anida en el corazón de Dios: «que en este momento vuestra abundancia remedie su necesidad, para que su abundancia remedie en su día vuestra necesidad. De este modo reinará la igualdad, como dice la Escritura: A quien recogía mucho, no le sobraba; y a quien recogía poco, tampoco le faltaba.» 2 CORINTIOS 8:14-15 BTI
Soli Deo Gloria
Sobre el autor:
Ignacio Simal es español y pastor de la Iglesia Evangélica Española en Catalunya. Estudió teología y Biblia en Barcelona, Guatemala y Bilbao. Presidente de la Asociación Ateneo Teológico y fundador en el 2005 de la revista digital Lupa Protestante; dirige el Departamento de Comunicación de la Iglesia Evangélica Española; Por 25 años fue profesor de Teología y Biblia en Catalunya.
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