Esta tarde se inició la visita del papa Francisco a
Colombia. Estará en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena (¡Qué lástima
que no vaya a Cali!). Los obispos de la Conferencia
Episcopal Colombiana han afirmado hasta el cansancio, como también lo han
hecho otros representantes oficiales del catolicismo, que la visita “tiene
fines pastorales y no políticos”. Pero, pienso que sería mejor decir, como lo
he escuchado de algunos sacerdotes amigos, que “es una visita con fines pastorales
que tendrá claras repercusiones políticas”.
Cómo desconocer las implicaciones políticas de la visita del Papa. Él llega a menos de un año después de la firma del “Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera” entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Llega a escasos ocho meses de las votaciones presidenciales en las que se pone en juego gran parte de la implementación del Acuerdo.
Llega a menos de una semana después de que las FARC se
convirtieran en partido político (partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del
Común) y a pocas horas de haberse acordado en Quito un cese al fuego y de
hostilidades temporales entre el Gobierno Nacional en el Ejército Nacional de
Liberación (ELN). Francisco llega en medio de la algarabía de los precandidatos
presidenciales y de una intrincada maraña de intereses políticos de quienes a
toda costa quieren frenar esos procesos.
Él ha declarado sin titubear su respaldo al proceso de paz.
“Una Colombia en paz debe tener memoria, coraje y esperanza”, le dijo en
Cracovia a un periodista colombiano que le preguntó acerca del tema. Y agregó:
“Para que cualquier país pueda ir adelante, tiene que tener tres referencias:
memoria de la historia recibida, coraje para afrontar el presente y esperanza
hacia el futuro”. En septiembre de 2015, al referirse al proceso de paz señaló:
“No tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y
reconciliación” y, tras el acuerdo sobre el fin del conflicto anunciado desde
Cuba, dijo estar “muy feliz” por la “buena noticia”, indicando que su deseo era
que “los países que trabajaron para hacer la paz y son los garantes blinden
este acuerdo para que no pueda regresarse atrás, hacia un estado de guerra”.
En esta visita la confrontación no es entre católicos papistas y protestantes antipapistas, como fue otrora. La confrontación es entre quienes procuramos que los Acuerdos de paz sigan con éxito su fase de implementación y los que buscan frenarlos. Por eso, así como aplaudí ayer el Nobel de la Paz para el presidente Juan Manuel Santos sin ser santista, aplaudo hoy la visita del Papa sin ser papista. ¡Bienvenido, papa Francisco!
Sobre el autor:
El pastor y teólogo Harold Segura es colombiano, radicado en Costa Rica. Director de Relaciones Eclesiásticas de World Vision International y autor de varios libros. Anteriormente fue Rector del Seminario Teológico Bautista Internacional de Colombia.
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