La influencia de los profetas en Erich Fromm

Por Víctor Rey, Chile y Ecuador

“El humanismo- que en términos más sencillos implica la creencia en la unidad de la raza humana y en el potencial del hombre para perfeccionarse a través de sus propios
esfuerzos- tiene una larga y variada historia que se remonta a los profetas hebreos y los filósofos griegos” - Erich Fromm
Erich Fromm (1900-1980) a través de mucho de sus libros examina este tema como por ejemplo en: El humanismo socialista, El amor a la vida,  Psicoanálisis de la religión, Las cadenas de la ilusión, Y seréis como dioses, El Dogma de Cristo.

Los libros de los profetas y los salmos fueron una fuente de inspiración para Fromm aún después de haber abandonado la práctica de la religión judía. En su libro “Y seréis como dioses” realiza una interpretación de esa tradición judía en la cual se educó.

Lo conmovían los escritos de Isaías, Amós y Josué, no por sus premoniciones y anuncios de calamidades sino por la promesa de la llegada del juicio final, momento en el cuál las naciones transformarían las armas en arados, las lanzas en podaderas y dejarían de empuñar la espada contra otras naciones. Pero los profetas también les anunciaban a los hombres que podían encontrar las respuestas a su existencia en el amor y la razón, y que éstas estaban estrechamente vinculadas a otros dos valores fundamentales: la humildad y la justicia.

Pero hubo otros pasajes de la Biblia que también impactaron hondamente en Fromm como la desobediencia de Adán y Eva, la súplica de Abraham ante Dios para que salvara a los habitantes de Sodoma y Gomorra, y la misión de Jonás en Nínive, todos ellos merecieron reiteradas menciones en sus escritos.

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Los profetas bíblicos anunciaban la verdad, eran quienes, en nombre de Dios, presentaban a los hombres las alternativas para que ellos decidieran de acuerdo a su conciencia, también les advertían sobre las consecuencias que les traería cada una de esas opciones, pero luego dejaban que fueran los propios hombres los que adoptaran sus decisiones, es decir, que eran ellos quienes debían asumir su responsabilidad ante la historia. Así como los profetas anunciaban la existencia de un único Dios también ponían el acento en las cuestiones inherentes al comportamiento en la vida cotidiana. Del Antiguo Testamento se desprende que el hombre tiene tanto la capacidad para hacer el bien como para hacer el mal, y que debe optar entre ellos Según la interpretación de Fromm de los libros sagrados el papel de Dios en la historia no consistía en intervenir en los acontecimientos humanos, su participación se limitaba a enviar a sus mensajeros que anunciaban la existencia de Dios y que el fin del hombre era hacerse semejante a El, es decir defender el amor, la verdad y la justicia. Además de mostrarles las opciones, también alzaban su queja cuando los hombres se desviaban del camino trazado por Dios, la función del profeta no era meramente espiritual también se preocupaba por las Fromm mostró en sus trabajos como el concepto del Dios fue variando desde ser un Dios autoritario que no aceptaba y castigaba violentamente cualquier desobediencia a uno mucho más comprensivo de las debilidades humanas.  Dios continuaba castigando y premiando le otorgaba al Hombre la posibilidad de ser libre pues la norma más alta de su desarrollo es la libertad. Un aspecto primordial fue la lucha de los profetas contra los ídolos, la idolatría provocaba que los hombres concluyeran siendo esclavos, pues someterse a ellos implicaba adorar cosas materiales, perdiendo en ese proceso la identidad y la
libertad. Fromm traía a colación la idea de la lucha de los profetas contra la idolatría para señalar que en la actualidad también había ídolos que la gente adoraba y que hoy asumían la forma del consumo, de la producción de mercancías, del poder, etc., a ellos rinde pleitesía y se esclaviza porque cada vez es más dependiente en su búsqueda por obtenerlos.   La idolatría es incompatible con la libertad y la independencia porque es una manifestación alienada de los propios poderes del hombre y deriva en una adhesión sumisa al ídolo. Los profetas manifestaban que la adoración a Dios y no a los ídolos era una forma de liberación, la sumisión a Dios fue disminuyendo a medida que el concepto de Dios se fue desarrollando y el Hombre se fue convirtiendo paulatinamente en un socio de Dios. Veamos brevemente algunas de las muchas condenas a la idolatría que se encuentran en el Antiguo Testamento: “Aquél día, el hombre arrojará a los topos y murciélagos los ídolos de plata y los ídolos de oro que se había fabricado para adorarlos, y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las grietas de los peñascos, lejos del Terror del Señor y del esplendor de su majestad, cuando él se levante para llenar la tierra de espanto.” (Isaías 2: 20-21). “Por eso, di a la casa de Israel: Así habla el Señor: Conviértanse, apártense de sus ídolos; aparten su rostro de todas sus abominaciones. Porque si un hombre de Israel, o un extranjero que reside en Israel, se aleja de mí, erige en su corazón un altar para sus ídolos y pone delante de sí lo que es ocasión de sus culpas, y si luego se presenta el profeta para consultarme, yo mismo, el Señor, me veré obligado a responderle. Volveré mi rostro contra ese hombre, haré que sirva de escarmiento y de ejemplo, y lo extirparé de en medio de mi pueblo. Así ustedes sabrán que yo soy el Señor.” (Ezequiel 18:9-10). También los profetas anunciaron un tiempo mesiánico donde el hombre podía lograr su salvación por el perfeccionamiento de sí mismo. La idea mesiánica implicaba la llegada de una nueva era de paz donde los hombres vivirían solidariamente y en armonía entre los individuos, los pueblos, los sexos y entre los hombres y la naturaleza. En el tiempo mesiánico el Hombre habrá de nacer plenamente, cuando fue expulsado del paraíso perdió su hogar, pero en esa era volverá a encontrarlo. Hay una relación dialéctica entre el paraíso y el tiempo mesiánico, el primero es la edad de oro en el pasado, el segundo lo será en el futuro, son similares porque en ambos existe la armonía pero diferentes en tanto el hombre habrá logrado un mayor desarrollo que no poseía en el pasado.

En la profecía de Miqueas no sólo desaparecerá la guerra sino que también el miedo, pero esto sólo podrá ser realidad cuando nadie tenga el poder ni el deseo de atemorizar a los demás. Ni siquiera el hombre necesitará del concepto de Dios, aún cuando cada pueblo pueda seguir creyendo en el suyo, pero donde el fanatismo religioso habrá desaparecido, el hombre habrá obtenido la paz y libertad y por lo tanto importará muy poco cuales sean las ideas que la Humanidad utilice para describir sus valores supremos. El tiempo mesiánico también expresará la universalidad del hombre y por lo tanto éstos dejarán de destruirse mutuamente y se superará la división entre las naciones, cuando llegue ese tiempo el hombre podrá ser plenamente humano y dejarán de existir los conceptos de “extranjero” y de “pueblo elegido”.  “El será juez entre las naciones y árbitro de pueblos numerosos. Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra”.  Nos dice su biógrafo, Rainer Funk, que la visión de una paz universal y la idea de armonía entre las naciones lo conmovieron desde muy temprano a los 12 o 13 años, posiblemente su interés en la paz y en el internacionalismo radicaba en su condición de niño judío en un ambiente cristiano y viviendo episodios transitorios de antisemitismo, además debe considerarse que la Primera Guerra Mundial lo afectó profundamente.

Durante la conflagración se vio sorprendido por la actitud de conocidos suyos que de pacifistas convencidos pasaron en poco tiempo, a ser fervorosos partidarios de la guerra, desde entonces sospechó del argumento que las armas servían para preservar la paz.

Los profetas enseñaban que los hombres debían practicar dos de las principales cualidades que caracterizaban a Dios, es decir, el amor y la justicia.  “Ese es el ayuno que yo amo oráculo del Señor- soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo, cubrir al que veas desnudo.” Isaías 58: 6-7).

Erich Fromm fue un profeta contemporáneo que nos ha ayudado mucho a entender nuestras sociedades de consumo.  Como los profetas bíblicos a anunciado y denunciado las injusticias.  También ha anunciado y proclamado la esperanza de una nueva sociedad, más humana, más justa, más solidaria, más libertaria.  Hoy más que nunca es necesaria su lectura y discusión de los temas que estudió.

Sobre el autor:
Víctor Rey es chileno, radicado en Ecuador. Coordinador de Relaciones Inter institucionales de la Fundación Nueva Vida en Quito. Egresado del Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile, posteriormente se recibió de Profesor de Filosofía en la Universidad de Concepción. En 1989 obtuvo la Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Alberto Hurtado (ILADES), Chile, y en 1993 el Master en Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.



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