Imagen: Pixabay |
Dios es el centro de la vida comunitaria y personal de todos los humanos. Dios nos dio lineamientos y mandamientos para que nuestro vivir tuviera responsabilidades éticas. Es decir, que nuestro vivir fuera prospero sin afectar negativamente a otros. Por tanto no debería ser la ley el centro de nuestra vida comunitaria y personal (como lo ha sido para los Judíos), sino Cristo mismo. Por ello cuando nos encontramos con pasajes difíciles en el Antiguo Testamento debemos pensar en el propósito o principio detrás de esa ley, y no en la ley misma tal y como la pudiéramos interpretar hoy en día. Por ejemplo, en los libros del Pentateuco encontramos un sin numero y variedad de ofrendas. Sin embargo, un tipo muy especial de ofrenda aparece como diezmo. La palabra diezmo significa, como bien sabemos, una décima parte. La ley Mosaica contextualizó el diezmo (Levíticos 27:30-33) de una practica que en Génesis aparece como voluntaria. Al encontrarse Abraham y Melquisedec, el primero le otorga al segundo una ofrenda del 10% del botín, ganancia de la batalla (Génesis 14:18-20). Jacob también le promete a Dios una décima parte de sus ingresos, en cierta forma de trueque (Génesis 28:22). Por supuesto Jacob no tenía un conocimiento de la gracia y provisión de Dios como el que tenemos hoy. Consecuentemente, la práctica del diezmo fue incorporada en la ley de Moisés con el propósito de mantener la tribu de Leví, y los sacerdotes de la nación que servían en el templo, quienes no poseían bienes materiales de ningún tipo (pues cuando les fue repartida la Tierra Prometida a las doce tribus de Israel los levitas no recibieron parcela alguna). Esta tribu moraba en toda la tierra antigua de Israel como sacerdotes para Dios y no tenían ninguna otra forma de sustento económico ya que el trabajo de ellos era el de servir en el altar. Esta tribu de sacerdotes existía aparte de los sumos sacerdotes que eran descendientes de Aarón, quienes también necesitan su sustento. Así que el mantenimiento de esta tribu y de todo el sacerdocio dependía de las contribuciones y los diezmos del pueblo. Si el pueblo no diezmaba, o no lo hacía correctamente, el sacerdocio y los servicios religiosos, festivales, y otras expresiones y observancias a la ley de Dios sufrían consecuencias negativas. Es decir, no fue sino hasta que se instaura la institución del templo que se legaliza la practica del diezmo como ley para el pueblo de Israel. Y vale la pena agregar que las otras culturas vecinas a los Israelitas también diezmaban a sus dioses paganos, pero con el propósito de apaciguar su furia y obtener bendiciones de ellos.
PUEDE SER DE TU INTERÉS: Si no es con Diezmos ¿Cómo podría una iglesia financiar sus gastos? | Por Osías Segura
De esta manera, los Israelitas debían por obligación y mandato ofrendar y diezmar de todo lo que producían. Por ejemplo, diezmar de los animales, la cosecha, los frutos, etc., y los levitas que recibían el diezmo del pueblo debían también ofrendar a Dios el diezmo de todo lo recibido. Había varios diezmos a saber según diferentes pasajes, aunque me parecen que son formulaciones del mismo diezmo. Por ejemplo, aparece la décima parte de las posesiones (Lev. 27:30-33) que se entregaban a los levitas para el ministerio en el templo (Números 18:20-32). El segundo diezmo se ahorraba y se entregaba cada tres años, aunque no hay certeza si se dividía claramente del primero. De esta forma, un diezmo tendía a beneficiar a los Levitas, al templo y ciertos festivales, y también a los huérfanos, viudas, y extranjeros, y tales diezmos tenían su promesa de bendición divina (Deuteronomio. 14:28-29; 26:12-15). Así que como podemos notar, aquellos que poseían tierra y la hacían producir en la época del Israel antiguo, no daban solamente el diez por ciento de su producción sino hasta un poco más. Pues los sirvientes, y los esclavos al no poseer tierras para producir no se les requería diezmar. De esta práctica, podríamos decir en términos modernos, que solo aquellos que poseían los medios de producción en una sociedad, como en el caso de los ricos, eran los que diezmaban. A los pobres no se les requeria diezmar.
¿Qué hacían los Levitas con el diezmo? El Templo de Jerusalén representaba para los Israelitas y para los judíos el centro del mundo. En su cosmovisión holística todo tenía implicaciones religiosas. Para los Israelitas el templo era no solo el lugar cultico sino también era el centro de distribución y ayuda social. Los diezmos, como anteriormente notamos, se daban en parte primeramente para apoyar a lo que hoy podríamos llamar “ministros religiosos” (Deuteronomio 12:19; 14:27). Pero recordemos que estos “ministros” recibían el diezmo por que no poseían bienes algunos para generar riqueza. Esos diezmos, también servían para beneficiar a los extranjeros, huérfanos, y viudas, aquellos más desposeídos de la producción de riqueza. Así que podríamos concluir que el diezmo lo daban los ricos para aquellos que no poseían bienes algunos de producción. Es decir, el diezmo junto a otras ofrendas se utilizaba como una manera de redistribuir la riqueza de una nación.
Posteriormente, al aparecer los reyes de Israel, como otra institución de gobierno paralela al templo, otros impuestos empiezan a aparecer, e inclusive impuestos esporádicos para el templo (2 Crónicas 24:4-16). La codicia de algunos reyes parece dejar al templo y sus sirvientes religiosos sin posibilidades de recoger sus diezmos, y a los pobres si capacidad de recibir ayuda. El diezmo parece instaurarse de nuevo en 2 Crónicas 31:1-12. Luego aparecen los profetas hablando contra la codicia y la injusticia social, como en el caso de Amos y Malaquías entre otros, frente a una forma cruda de un pre-capitalismo que explotaba a los pobres (Isaías 5:8-10) y a los ministros religiosos de la época (Malaquías 3:6), y donde Dios mismo los acusa de robo. Lo que parece demostrar que durante el periodo de los reyes el diezmo sufrió de falta de práctica.
Dios ve roto el pacto con su pueblo y los deja continuar su camino por si solos. Estos son no solo invadidos sino también en su mayoría desplazados hasta Babilonia, y el templo de Salomón es destruido por Nabucodonosor en 587 a.C. Al tiempo regresan otros del exilio de vuelta a Jerusalén con Nehemías y Esdras logrando reconstruir las murallas de Jerusalén, un templo modesto (515 a.C.), e instituir el diezmo de nuevo, y cual parece volver a funcionar (Nehemías 10:37; 13:12). Sin embargo, no parece quedar claro en la practica si la institucionalizacion del diezmo es exitosa, es decir, si el diezmo continua funcionando para los Judios a partir de esta epoca, principalmente con la invasión de otros imperios exigiendo sus impuestos.
¿Es requerido el diezmo para los cristianos?
El segundo templo de Jerusalén se reconstruye por Herodes el Grande (recordemos que el primer templo fue destruido al tiempo que los judíos experimentan el exilio a Babilonia) ahora bajo la ocupación del Imperio Romano. Para el segundo templo se generan algunas nuevas clases de personal religioso como los fariseos, saduceos, etc. En estos tiempos se calcula que cerca de veinte mil personas servían en el Templo. Estos tiempos nos parecen mostrar un templo incapaz de cobrar una décima parte de la producción nacional, pues el Imperio se llevaba toda la riqueza para Roma. Por ello aparece cierta evidencia de un impuesto al templo, que Jesús mismo es confrontado a pagar (Mateo 17:24-27). A Jesús no se le exige que diezme, sino que pague el impuesto.
Hay mucha evidencia de ofrendas, pero nada de diezmos. Por tanto no existe algún mandato para diezmar en el Nuevo Testamento. No encontramos en el Nuevo Testamento instrucción u orden alguna para dar el diezmo a la congregación o iglesia. La razón por la cual no se indica en el Nuevo Testamento a que se diezme, puede ser porque Dios espera que los cristianos den todo lo que tienen de manera voluntaria en gratitud de corazón (1 Timoteo 6:18) para los que le sirven y no poseen bienes, y para los más necesitados. El apóstol Pablo presenta los principios del dar en la segunda carta a los Corintios, en cuanto a una ofrenda dada con gozo que es enviada a una congregación en Jerusalén que estaba experimentando tiempos difíciles (2 Corintios 8:7-15, 9:6). Las ofrendas son práctica comun en las iglesias primitivas cristianas, pero el diezmo no se menciona como práctica alguna.
Una conclusión errónea y simplista sería decir que como el diezmo según el Nuevo Testamento no es una practica instituida, entonces debería eliminarse. ¿Si Dios instauro dicha practica para suplir las necesidades de los desposeídos de riqueza, como los pobres y los grupos religiosos que servían en el templo, por qué no practicar el espíritu de dicha (ley) practica hoy, en vez de su legalismo? Veamos que podemos considerar hoy para contextualizar esta práctica en nuestras iglesias:
Primeramente, las iglesias evangélicas están experimentando un materialismo y un endeudamiento entre las generaciones más jóvenes. Hoy estos jóvenes profesionales dan menos y menos a sus iglesias, y no solo a iglesias sino también a organizaciones de caridad. Es de suma importancia ayudar a nuestras nuevas generaciones a generar una mayordomía más sana de sus recursos financieros y humanos. Si no les ayudamos a salir de sus deudas y enseñarles a vivir de lo que ganan, la iglesia pronto empezará a sufrir las consecuencias.
Segundo, desde una perspectiva del Nuevo Testamento el creyente no está bajo la ley de Moisés sino bajo el espíritu de su ley. Decir que no se debe obligar a nadie a dar ofrendas ó diezmos, no es absolutamente cierto. Recordemos que toda persona en el Antiguo Testamento era llamada a ofrendar, pero no todos eran llamados a diezmar. ¿Qué tal si algunos desean contextualizar el diezmo como una practica para hoy, algo que en la tradición evangélica ya se ha dado en los últimos 200 años? Veamos el caso de Abraham, quien no estaba bajo la ley de Moisés, y diezmó a Melquisedec (figura tipo Cristo). Podríamos adaptar este caso y contextualizarlo como un buen ejemplo de sumisión y mayordomía hacia Cristo, pues el Señor nos ha bendecido, y no damos para que nos bendiga más.
Tercero, tristemente hay que reconocer que usualmente las iglesias que más reciben diezmo son aquellas en las que se enseña a hacer trueque con Dios. “Siembre hoy y el Señor le prosperará más mañana.” Esta Teología de la Prosperidad es una herejía, pues enseña que Dios esta obligado a bendecir a aquellos que le tuercen el brazo. Recordemos que Dios es soberano y puede bendecir a quien quiera, cuando quiera, y como quiera, sin necesidad de intercambio de dinero u obras. Las bendiciones de Dios no son solo financieras, ni solo para los que dan con fines de obtener más lucro. Sumisión a la voluntad de Dios, y no manipulación de las bendiciones de Dios es lo que marca la diferencia para recibir y dar bendición.
Cuarto, el enseñar a nuestra congregación a dar un diez por ciento podría convertirse en una terrible herejía. Dios es nuestro Señor, y dueño de toda la creación. Nosotros, sus mayordomos, le debemos dar y consagrar a Dios el 100% de lo que somos y producimos. Así el 10% podría simbolizar esa entrega, siempre y cuando el espíritu de la ley, y el propósito de la ley del Antiguo Testamento se mantenga fiel. Es decir, si Ud. desea contextualizar la práctica del diezmo en su iglesia, considere los siguientes principios:
- Si su iglesia diezma, y parte de esos diezmos no se distribuyen hacia los más necesitados tanto fuera como dentro de la congregación, su iglesia le esta robando al Señor. Si los pastores de su iglesia tienen otras fuentes de ingreso, y en vez de recibir un salario extra, se llevan el diezmo como pago a sus servicios, sus pastores le están robando a Dios.
- Si en su iglesia es el pastor y su familia los únicos que a discreción hacen uso del diezmo, tenga cuidado. Ud. podría estar permitiendo que se den abusos con el dinero del Señor. Toda iglesia debe presentarse como un libro abierto al mundo. Todo pastor y líder eclesial debe dar cuentas abiertas, en cualquier momento que se le pida, de la mayordomía a la que se le ha encargado. Siempre es sano tener a dos personas sin relación de parentesco entre si ni con el pastor supervisando los fondos de la iglesia (entre ellos no debe haber ningún pastor ni ninguno de sus familiares).
- Si su pastor dice que los diezmos son para él o ella, su pastor le esta robando al Señor, y al Estado al no pagar impuestos. En nuestra sociedad capitalista todo pastor debe gozar de un salario, pagar impuestos, y otros aportes de ley. Tal y como hemos visto, el diezmo no es para el pastor ni los pastores solamente.
- Si algún medio de difusión masiva como canales de televisión, emisoras de radio, o prensa escrita solicita de un diezmo, primicias, u ofrenda, a cambio de una bendición particular, ellos están practicando una estafa. Una ofrenda o diezmo no se da para recibir. Se da porque hemos recibido, pero no con la intención de recibir más. Nadie puede asegurarle a nadie una bendición de Dios. Dios es soberano y a su tiempo dará buenas dádivas a los fieles de su pueblo.
- Si en su iglesia le hacen, indirecta o directamente, sentir culpable si no diezma. Si en su iglesia es obligatorio diezmar. O si en su iglesia constantemente se explica que los que no diezman le están robando a Dios, y por tanto no reciben bendición financiera. Su iglesia esta practicando una estafa. El diezmo era una práctica obligatoria en el Antiguo Testamento, no así en el Nuevo Testamento. Si se desea contextualizar esta práctica del diezmo, recordemos que en el Antiguo Testamento solo los que poseían los medios de producción (los ricos) se les solicitaba diezmar (aunque si el ofrendar era para todos).
- Si su iglesia ha contextualizado (o desea contextualizar) la práctica del diezmo sin considerar el espíritu y propósito de esta practica de la ley en el Antiguo Testamento, su iglesia entonces, no esta diezmando. Su iglesia esta haciendo algo que no debería llamarse diezmo, y hasta podría estar estafando a su membresía, todo por ignorancia teológica.
Sobre el autor:
El Dr. Osías Segura es un misionólogo costarricense. Osías, después de cinco años de enseñanza en el Seminario ESEPA en Costa Rica, se trasladó a California donde fue profesor del Seminario Teológico Fuller. En la actualidad está radicado en Nicaragua como misionero de la General Board of Global Ministries.
COMENTARIOS: