LA FAMILIA HOY: Una perspectiva histórica y teológica | Cuestiones preliminares
LA FAMILIA HOY: La Función materna y las necesidades de los hijos
¿Qué entendemos por familia cristiana?
Para añadir el adjetivo "cristiana"
a una familia, es necesario definir qué entendemos por ser cristiano. Para ello
vamos a partir de lo más simple para arribar a lo más complejo. Definamos que
quiere decir ser chileno, argentino, ecuatoriano, etc. para después entender lo que significa ser cristiano.
Ser de un determinado país es basicamente un sentimiento, una certeza de pertenencia, una
identidad gratificante aún con cierto orgullo de ser lo que se es; también
significa sentirse parte de un pueblo y respetar los símbolos que lo representan.
Al mismo tiempo significa tener una serie de deberes y derechos.
De igual manera, no podemos hablar de ser
cristianos sin comenzar por decir que se trata de un sentimiento. Uno se siente
cristiano porque ha vivido una experiencia personal única, el encuentro con
Jesucristo. Tenemos la certeza de nuestra salvación, no por derecho sino por
gracia, por cuanto todos somos pecadores. Cristiano viene de Cristo, luego en
el ser cristiano está implícita una pertenencia que trae gozo a nuestros
corazones. Pertenecemos a Jesucristo y tratamos de dar testimonio de su vida y
enseñanzas. Esa pertenencia nos identifica como cristianos, esa es nuestra
identidad, somos eso y no otra cosa. Por otra parte no somos los únicos
cristianos, por lo tanto tomamos conciencia de pertencer a un pueblo
multirracial, multinacional,
plurilingüe y pluriconfesional que denominamos LA IGLESIA. Es decir, existen muchas razas, naciones, lenguas y
denominaciones religiosas, pero, para Dios-Padre,
hay UNA SOLA IGLESIA, LA SUYA. Esa Iglesia, comunidad de fe y testimonio,
tiene sus símbolos que representan la
naturaleza de nuestra fe, los cuales reverenciamos y respetamos.
Con todos estos elementos en mente podemos
afirmar, que la familia que encarna los valores espirituales revelados por
Jesucristo, es una familia cristiana. Tal familia, según Juan Pablo II, es: "El
corazón de la civilización del amor". A la familia la podemos ubicar en tres
expresiones particulares: 1.- La nuclear, consititiuida por el matrimonio y sus
hijos, 2.- La extendida, que incluye a todos los demás parientes y 3.- La
familia de Dios, integrada por todos los que consideramos a Dios nuestro padre
y hermanos a los que tienen con El la misma relación.
La gente común, en buena parte de nuestra América
Latina, supone que los términos cristiano y humano son sinónimos. Es decir,
entienden que por cuanto los humanos no somos
animales, somos cristianos. Y aún más, podrían afirmar ser cristianos y
al mismo tiempo sostener que no necesitan practicar lo que es característico en
alguien que profese la fe de Jesucristo.
Hay personas que afirman que no necesitan de los valores espirituales para
vivir. Podemos replicarles que no es necesario saber leer y escribir para
vivir, tampoco es necesario bañarse para
conservar la vida. Pero si queremos cultivar nuestro intelecto es indispensable
procurar el acceso a la cultura; y si
deseamos cuidar nuestro cuerpo, y respetar a los demás, tenemos que bañarnos
todos los dias. Igualmente si queremos mantener la vida espiritual es necesario
cultivarla por todos los medios que la Iglesia nos suministra, especialmente por la lectura devocional y el
estudio de la Palabra de Dios, por la
oración cotidiana y por la participación del culto divino y de los sacramentos.
El hogar cristiano, tal como se nos revela en la
Epístola a los Efesios, es una innovación en el mundo grecorromano del siglo I.
El testimonio de las familias cristianas debe haber hecho un gran impacto sobre
las familias paganas. El Judaismo, como todas las religiones antiguas, asumía
que todos los derechos estaban reservados al varón, al padre de familia y todos
los deberes a la esposa y los hijos. San
Pablo insiste en que los derechos y los deberes son recíprocos. Hoy como ayer, el ideal cristiano nos impulsa
a procurar que dentro de la familia haya
una
independencia equitativa, una dependencia mutua y una obligación recíproca bajo
el dominio del amor, el respeto mutuo, el ejercicio de la autoridad y el
señorío de Jesucristo sobre toda la familia.
La funciòn del padre
Recordemos que San Pablo escribió la Epístola a
los Efesios desde una cárcel romana. Como no deseaba agravar más su situación
procesal condenando a la esclavitud, institución legalmente constituida en todo
el Imperio, la "espiritualiza". Incluye a los esclavos en la familia
cristiana. Por eso hace dos advertencias a los amos cristianos: 1.- Ellos
también tienen un Señor en los cielos, que es el mismo Señor de los esclavos.
2.- Para Dios no existen diferencias entre los seres humanos. Es decir, en
ese momento la esclavitud era legal para el Imperio Romano, pero siempre ha
sido ilegal para el Dios-Padre. (Versículo 9).
Estos dos principios son válidos tanto para los
padres como para los hijos, para los esclavos como para los libres. La función
del padre es la de un embajador, quien representa a su gobierno en tierra
extraña. Así el padre humano es un representante del Padre Celestial. La
necesidad de un padre sólo debe concebirse como originaria. Es decir, se trata
de la necesidad del Padre-Dios.
Por eso no
es indispensable un hombre para que haya
un padre. Porque la
función paterna puede ser cumplida cabalmente por la madre. Tal es el caso de
los niños que quedan huérfanos del padre humano. Si la madre los educa bien,
éstos jamás perderán al Padre Celestial.
Estoy de
acuerdo con Calvino en que la sumisión a la autoridad paterna es una escuela
preparatoria del niño para que después pueda someterse a la autoridad divina.
Es una etapa intermedia en la pedagogía de Dios a fin de conducir a los hombres
a la sujeción divina.
La crisis de la familia hoy tiene mucho que ver
con la crisis de la autoridad en general. En su afán de evitar el autoritarismo
en el seno de la familia muchos padres han
caido en una actitud permisiva que ha traido funestas consecuencias para
la salud social. Para Jacques Lacan: "La función del padre, está en el centro de la cuestión del
Edipo" (Seminario V: Las
formaciones del inconsciente, p. 85).
En mi presentación anterior reflexioné sobre
Efesios 5:21-33 y 6:1-9 con la intención de distinguir entre la función materna
y la paterna. Ahora vuelvo sobre ese texto para ocuparnos de la función
paterna. No haré un estudio exegético exhaustivo. Me voy a limitar a
reflexionar sobre dos conceptos fundamentales para comprender la función
paterna que son: El Amor y el misterio.
El amor
La sujeción de
la mujer al marido esta condicionada a que éste sea capaz de amarla "así
como Jesucristo amó a la Iglesia, y se entregó a si mismo por ella...." (5:25).
Luego la primera función del marido-padre es amar según el modelo de amor de Cristo. Mas adelante dice que "los
maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos" (5:28).
Esta parecería ser una nueva versión del
"ama a tu prójimo como a ti
mismo", pero referida al área
cuerpo. El eros, como se denomina en
griego a la llama de la pasión sexual, no aparece explicitamente en este texto,
pero es evidente que está implícita. Eros
es una palabra muy famosa y distinguida en la poesía griega y también en su
mitología. Tampoco aparece filia, que se refiere al amor de la amistad. En este texto bíblico
aparece siempre el amor agape. Esta palabra exquisita significa amor en su
pureza y profundidad espiritual. Es
el amor del alma. Representa al
amor de Dios y al de nuestra propia alma. Este es el afecto específicamente
cristiano. Es la característica distintiva de Dios, quien según I Juan 4:8 es Agape.
Es el sublime amor que el Evangelista sintetiza en los siguientes
términos: "porque de tal manera amó Dios al mundo, que que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, más tenga vida
eterna" (Juan 3:16).
Ser cabeza significa autoridad. En griego cabeza
se dice quefalé que, a su vez, es el
corazón del concepto de ana-quefala-iosis,
que presenta Pablo relacionado con el misterio
de la revelación divina, en Efesios 1:9-10. Es decir, el propósito de Dios es poner a Jesucristo
como cabeza, es decir, como única autoridad, sobre todo lo que está en el cielo
y en la tierra. Luego la autoridad en el
contexto del amor-agape es el vínculo que une, como cuarto elemento, la
relación padre-madre-hijo. Es decir, la
familia.
La analogía es perfecta en cuanto al amor, pero no
es tan perfecta en cuanto a la autoridad, porque Jesucristo además de Cabeza
es Salvador. El marido no puede salvar a
su mujer, ni viceversa, sólo Cristo puede
salvar. Aunque Pablo, en otro
texto donde se refiere a la vida conyugal, nos dice: "Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizás harás salvo a tu
marido? ¿O que sabes tú, oh marido, si quizás harás salva a tu mujer? (I
Corintios 7:16).
De todas maneras, esta imagen, como todas, tiene sus limitaciones. ¿Acaso podemos
imaginar a San Pablo escribiendo: "Por
eso Jesucristo dejará a su Padre y a su Madre y se unirá a la Iglesia y los dos
serán una sola carne?". La función del padre como salvador, en el
vínculo amor-autoridad, sólo la podemos descubrir en el área mente, referente a
la salud mental. Esto está relacionado con el concepto de misterio.
El ministerio
La familia reunida dentro del concepto de anaquefalaiosis en Cristo, es decir, la
reunión de todas las cosas bajo Jesucristo, es el sentido de Cristo cabeza de
la Iglesia en lo real, también es
aplicado al marido con relación a la mujer, pero simbólicamente. Esta realidad
lleva a San Pablo a exclamar: "Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto
de Cristo y de la iglesia" (5:32). En otras palabras, es real la
condición de Cristo como cabeza de la iglesia. Por analogía se habla de la autoridad
(condición de cabeza del hogar) del marido.
Lo que se juega acá es el concepto bíblico de misterio, que no tiene nada de
"misterioso". Concepto aplicado tanto a la actividad de Cristo como
Señor de la Iglesia como a la relación familiar y otros aspectos que Pablo
menciona en la Epístola a los Efesios. A
continuación voy a copiar un párrafo de mi libro Teología de la Unidad (Editorial La Aurora, Buenos Aires,
1971), donde me ocupo de este asunto:
En Efesios 1:10 nos encontramos con el verbo anaquefalaiosasthai, un infinitivo aoristo de voz media. El aoristo nos da la noción de acto acabado, puntual. El Reino de Dios ya se ha iniciado efectivamente en la vida y ministerio de Jesucristo. Comienza a realizarse lo que Dios se había propuesto (versículo 9). Sin embargo, el verbo nos da la idea de proceso. Encontramos la tensión tan común en el Nuevo Testamento entre el 'ya' y el 'todavía no'. En la misma epístola aparece esta tensión entre la obra ya realizada por Jesucristo y lo que falta para su consumación en lo referente a la redención y a la unidad, lo cual veremos más adelante. La voz media según según Oltramare y Abbott subrayaría el interés que Dios tiene en el asunto. Con mucha razón tanto Beare como Abbott señalan que el verbo anaquefalaiosasthai es un infinito explicativo del misterio. Se entiende de misterio como una verdad que Dios ha mantenido velada por algún tiempo, pero que en un momento nos es dada a conocer. San Pablo nos dice que el misterio ha sido preparado desde la creación del mundo (I Corintios 2:7), que ha sido escondido en Dios (Efesios 3:9), que ha sido velado de los eones (I Corintios 2:8; Efesios 3:9; Romanos 16:25 y Colosenses 1:26). Pero Dios nos ha revelado en Cristo su propósito de poner bajo el señorío de Jesucristo a todos los hombres (Efesios 1:9-10), que los gentiles son coherederos y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús (Efesios 3:5-6)". (p. 17-18).
El exhaustivo estudio que hace San Pablo sobre el
concepto de misterio como algo
escondido, reservado por Dios, para darlo a conocer a los hombres cuando éstos
son capaces de comprenderlo, por ejemplo, que no hay diferencia entre judío y
gentil ante el amor de Dios, ¿cómo no pensar que Dios aprovecha los conocimientos científicos, que el hombre
ha podido alcanzar porque El le dio la posibilidad de descubrir para ampliar al
hombre Su revelación? Me he referido en las exposiciones anteriores al concepto
de Psicología Revelada de J. Liebman, a la Teología Natural donde podemos ver a Dios actuando en la naturaleza, etc.
Teniendo en cuenta todo lo dicho sobre el concepto
de misterio, como la revelación
diacrónica de Dios a medida que el ser humano va siendo capaz de comprenderlo,
voy a referirme al complejo de Edipo, ese cuentito freudiano, tal como lo ha
elaborado el psicoanalista francés
Jacques Lacan.
LA FAMILIA
SANA: ¿Un misterio
revelado?
Por los personajes que nos presenta el texto de
San Pablo en Efesios 5:21-6:9, el Padre, la madre y el hijo, circula un vínculo
(autoridad en amor). Estos pueden coincidir
con los lugares lógicos del complejo de Edipo según Lacan. Para entender la
elaboración lacaniana es necesario tener en cuenta el concepto de estructura
como lugares que pueden ser ocupados por personas diferentes. Lacan toma el
concepto de estructura de Levi Strauss en su obra Estructuras elementales del parentesco. Se trata de una estructura intersubjetica
en la cual hay algo que circula y que le da a cada uno, en el momento de
tenerlo, una posición particular. Un buen ejemplo de esta situación es el juego
del anillo que circula entre un grupo de personas sentadas en círculo. La
persona que está en el centro tiene que adivinar quién lo tiene. Cada uno al
tenerlo siente algo especial hasta que pueda pasarlo, inadvertidamente, a la
persona que tiene a su lado. En este juego, el valor de una determinada persona
depende de algo que le es ajeno, algo que circula entre las personas. En esta
estructura lo que circula es el orden de la valoración en el sentido de
perfección. Alguien que lo acaricia cree que adquiere un valor especial por
tenerlo. Cree que tiene importancia por sí mismo, es como si fuera él mismo el anillo.
A este
"algo especial" Lacan lo denomina "falo imaginario". Para
Lacan el falo imaginario es todo aquello que le permite al sujeto tener la
ilusión de que no le falta nada, que está completo. El objeto que cumple la función de falo
imaginario puede ser cualquier cosa. En el mundo cristiano evangélico puede
ser, por ejemplo, la confesión cristiana a la que se pertenece. Este es el caso
de quien cree ser miembro de la iglesia que posee el monopolio de la verdad,
que cree que su denominación es la única que está calcada de los textos
bíblicos. En otras palabras estas personas se sienten plenas, seguras, y sin darse cuenta están afirmando: "Tengo el falo simbólico porque soy .......ista". Por supuesto que muchas
otras cosas pueden funcionar como falo simbólico: Una carrera universitaria
(soy muy importante, tengo el "santo anillo" porque soy doctor
en......), también puede utilizarse como falo simbólico el liderazgo en la
Iglesia. Igualmente, el poder que produce el dinero y, lo que lamentablemente
es cada vez más común en el mundo, LA DROGA. Supongo que en nuestra época
hay más personas que se están entregando al falo imaginario de la droga que las
que se están convirtiendo a Jesucristo.
La Iglesia está haciendo algo al respecto, pero, nada está bien hecho si se puede hacer mejor.
La prevención del uso indebido de drogas pasa
necesariamente por el fortalecimiento
del vínculo autoridad-en-amor en cada familia como nos sugiere San Pablo
en Efesios capítulos 5 y 6. A su vez, este fortalecimimiento es posible por la
circulación no accidentada del falo simbólico, según el esquema estructural
desarrollado por Lacan. Un accidente en el Edipo convierte a muchas personas en
terreno bien preparado y dispuesto para
caer en la drogadicción.
El falo inscribe una ausencia, es decir, una falta
como si fuera una presencia. Por ejemplo un nombre puede estar presente en el
Registro de Defunciones, pero se trata de una presencia ausente, porque no
existe esa persona, está muerta. De la
misma manera, la droga como falo simbólico intenta rellenar el agujero de una
carencia, pero no conduce a la vida sino
a la muerte, aunque el drogadicto tenga
la fantasía de plenitud de vida. Esa
carencia no se adquiera en la adolescencia, la juventud, o la vida adulta.
Viene de la infancia, se juega en el triángulo edípico. La predisposición a ser
drogradicto está ya en muchas personas.Dicho de otra manera: La dinamita
está, solo falta el detonante que la
haga estallar. Y este mundo nuestro está lleno de situaciones detonantes. En el
vínculo del amor florecen los límites colocados por la autoridad sana. Esos
límites conducen hacia la salud plena.
Según el desarrollo que aparece en el Seminario
No. 5, Las formaciones del
inconsciente, la estructura edípica, según Lacan, se expresa en
tres tiempos. En el primer tiempo el niño es
el falo, cree serlo. La madre tiene el falo, cree tenerlo. Aquí el
niño es el falo imaginario, el que produce la ilusión de completud.
En el segundo tiempo se produce la separación de
la célula narcisista madre fálica. O sea, la primitiva relación del recien
nacido con su madre. El padre interviene en el momento adecuado para producir
la separación. El chico pasa de ser alguien sujetado al deseo de la madre a un
sujeto independiente del deseo de la madre mediante lo que Lacan denomina la
metáfora paterna. Esa es la función paterna básica. Lacan utiliza una expresión
religiosa cuando se refiere al: "Significante
del nombre del Padre". Esta sería la representación de una Autoridad
Ultima, es decir, la Ley. En la Biblia
las tablas de la Ley son entregadas a Moisés, quien actúa como un representante
de Dios. La Ley se identifica con el Padre Eterno, no con el padre mortal,
Moisés. Otra vez vemos la correlación entre el esquema calvinista y el
lacaninano. La preclusión del significante del Nombre del Padre desencadena lo
que comunmente se denomina "locura". En otras palabras sin Ley -sin
límites- no hay salud mental. Sin amor tampoco. Recuérdese la definición
freudiana de salud mental como la
capacidad para amar y trabajar.
En su ensayo titulado: De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la
psicosis, nos dice:
...es llamado Nombre del Padre, puede pues responder en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto metafórico provocará un agujero corresondiente en el lugar del significante fálico" (Escritos 2, p. 540). En la misma obra aclara: "Es en un accidente de este registro y de lo que en él se cumple, a saber la preclusión del Nombre-del-Padre en el lugar del Otro, y en el fracaso de la metáfora paterna, donde designamos el efecto que da a la psicosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis" (Escritos 2, p. 556).
En el segundo tiempo del Edipo se produce lo que
Lacan denomina "castración simbólica", la cual está insertada en la
cultura mediante la prohibición del incesto. El elemento que circula, el falo (o el
anillo en la imagen que usamos), en el primer tiempo es el hijo. En el segundo
es el padre en el momento de la castración simbólica. Lo es el padre como
representante de la Autoridad. En el tercer tiempo el chico tiene el falo. De
la dialéctica del ser (primer tiempo),
se pasa a la dialéctica del tener
(tercer tiempo), metáfora paterna mediante. La metáfora paterna es una especie
de repercusión en el sujeto de la castración simbólica. El chico tomará,
entonces, como propias las insignias del padre, su modelo identificatorio.
En una apretada síntesis no es fácil resumir algo
tan denso como la interpretación lacaniana de complejo de Edipo, el cual no es
superponible al de Freud. Sólo he querido descorrer una cortina para que los
que no conocen a Lacan puedan ver la posibilidad de articular su pensamiento
con el de Calvino en lo referente al lugar del padre en la familia. A tales
personas les recomiendo un libro escrito por un autor francés, Joel Dor,
titulado: "El padre y su función
en psicoanálisis" (Editorial Nueva Visión, Buenos Aires), que es
una buena introducción a los desarrollos de Jacques Lacan acerca de la función
paterna y su relación con la salud mental.
El lugar de los hijos en la familia
San Pablo en Efesios 6 apela a los padres y a los
hijos con relación a los deberes y los derechos de cada uno. El estilo de la
Epístola me hace pensar que el Apóstol esperaba que todos estuvieran presentes
en el culto en el momento en que su carta fuera leida. Del documento se desprende la idea de que el
hijo tiene el legítimo derecho a la desobediencia cuando el padre le exige
algún acto contrario a la voluntad de Dios expresada en Su Palabra. Luego la
autoridad del padre humano es relativa, por cuanto él no es mas que un
representante de la autoridad absoluta, Dios nuestro Señor.
La única
autoridad absoluta e incondicional es la de Dios.
Los padres también estamos subordinados a Su Ley. Por lo tanto, no podemos disponer libremente de la
autoridad que nos ha sido confiada.
Los padres cristianos deben aceptar la soberanía
de Dios quien ha concedido dones particulares a sus hijos para que cumplan una
determinada vocación. (Vocación viene del verbo latino vocare que significa
llamar). Dios nos llama a los que somos padres y no debemos rechazar ese
llamado. No sólo por la salud de nuestros hijos, sino por el futuro de la
humanidad.
La función paterna es basicamente cumplir la
voluntad de Dios para cada uno de nuestros hijos. Por lo tanto los padres
cristianos debemos pedir la dirección divina a fin de orientar adecuadamente a
nuestros hijos. Debemos hacerlo con mucha humildad. La buena intención no alcanza. Alguien dijo que "las calles del infierno están
empedradas con buenas intenciones". Es obvio que todos los padres nos
equivocamos, pero lo más grave del asunto es que los que más se equivocan
suelen creer que hacen las cosas bien, sobre todo en el ambiente de la Iglesia.
Es evidente que vivimos en un mundo en crisis
debido a la gran escasez de hogares cristianos. El futuro del mundo dependerá
en gran manera de la calidad de los hogares actuales. La crisis que vive la
sociedad actual es es gran manera una crisis expresada en las relaciones
familiares. No es cristiano todo lo que parece serlo. No es cristiano todo lo
que se llame por ese nombre.
Sobre el autor:
Jorge A. León es cubano de origen y radicado en Argentina, doctorado en Filosofía en la Universidad de La Habana (en la especialidad de Psicología) y doctorado en Teología en la Facultad Protestante de Teología de Montpellier, Francia. Tiene un posgrado en psicoanálisis en la Universidad Argentina John F. Kennedy, en Buenos Aires. Miembro de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. El Dr. León es autor de numerosos libros de Psicología Pastoral y ha sido reconocido como el "Padre de la Psicoloía Pastoral en América Latina"
Sitio Web de Jorge A. León: PsicopastoralCOMENTARIOS: