Hoy en día,
para muchos cristianos y cristianas evangélicos, el tema de la homosexualidad
es el más espinoso y angustioso de todos.
Como evangélicos, herederos de la Reforma protestante, respetamos con
toda seriedad el testimonio de las Sagradas Escrituras como nuestra norma de fe
y conducta. Por otro lado, nos
encontramos muy desafiados por la revolución sexual de nuestro tiempo y
específicamente por los debates actuales sobre la homosexualidad. Somos sensibles -- o debemos serlo -- al valor
humano y la situación delicada de este sector de nuestra sociedad actual. Algunos
tenemos parientes o cercanos amigos y amigas que son homosexuales, y sufrimos
con ellos su situación difícil.
Dada la
importancia central del problema bíblico, comenzaré con ese aspecto. Intentaré
analizar las evidencias bíblicas primero desde una perspectiva exegética y
después desde la perspectiva hermenéutica, para terminar con unas observaciones
eclesiales. Por "exegética" voy a entender, para efectos de este
ensayo, el esfuerzo de aclarar el texto lo mejor posible en su contexto
original de hace muchos siglos. En lenguaje evangélico, significa escuchar
atentamente "lo que Dios dijo" a su pueblo en aquel entonces. Para
esto, es esencial la exégesis histórico-gramatical. Por "hermenéutica" vamos a entender
la relectura fiel de ese mismo mensaje ahora para nuestro contexto actual.
Significa "escuchar lo que Dios está diciendo", aquí y ahora en el mismo texto.[2]
Consideraciones
exegéticas
Los textos bíblicos que pueden relacionarse con la homosexualidad, aunque no muy numerosos, parecen ser bastante explícitos. Como punto inicial de referencia, podemos citar los textos principales según la Nueva Versión Internacional:[3]
Lev 18.22: No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación.
Lev 20.13: Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte...
Dt 22.5: La mujer no se pondrá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer, porque Yahvéh tu Dios detesta a cualquiera que hace tal cosa.
Ro 1.26-27: Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión.
1Cor 6.9: ¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios?... Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas,[4]ni los pervertidos sexuales... heredarán el reino de Dios.
1Tm 1.10: La ley es para... los adúlteros y los homosexuales...[5]
Algunos
defensores de derechos homosexuales minimizan estos datos bíblicos;
"cuatro frasecitas", dijo uno. "¿Qué dice la Biblia sobre la
homosexualidad?", pregunta otro, y contesta, "Casi nada". Otros
reinterpretan los textos de diferentes maneras. Irene Foulkes (1Cor p.166) infiere del término malakoi ("suave") en 1Cor 6:9 que se refiere a los niños
víctimas de pederastia y que arsenokoitai
se limita a los pederastas y no a los homosexuales en general.[6] Renato Lings, filólogo y biblista danés, en Biblia y homosexualidad: ¿Se eqivocaron los
traductores? (UBL 2011) propone una traducción alternativa de Lev 18:22
como "Con un familiar varón no te acostarás como tampoco lo harás
ilícitamente con una familiar hembra" (p. 96) para que sea prohibición de
incesto pero no de homosexualidad. El mismo Lings reconoce que su propuesta es
sólo una posibilidad, y es dudoso que haya demostrado que sea la mejor posibilidad
o el sentido más probable del texto.
Es casi
imposible que los que buscan soluciones exegéticas a este tema logren explicar
positivamente todos los textos relacionados con el tema. Algunos de los textos
tienen problemas exegéticos muy difíciles (p.ej. la relación sintáctica de
"yaceres de mujer" con la oración principal de Lev 18:22 y 20:13, o
el sentido de malakoi y arsenokoitês en 1Cor 6:9). Para
"deshomofobicar" la Biblia de una manera convincente para los y las
creyentes, tendrían que explicar todos los textos pertinentes y demostrar que
ninguno condena la homosexualidad y que algún texto lo aprobara, por lo menos
implícitamente.
Pareciera
que la vía exegética nos deja con un dilema: ¿Biblia errada o Biblia homofóbica?
Consideraciones
hermenéuticas
La lectura
hermenéutica de un texto es por su naturaleza una relectura del texto para
serle fiel en un nuevo contexto. La hermenéutica es un continuo diálogo entre
la Biblia y la cultura, el pasado y el presente, el texto y el contexto. Con
los siglos algunos textos cambian de sentido o pierden la vigencia que tenían, como
los que suponían una tierra plana y cuadrangular o que parecían defender la
esclavitud, la conquista y la monarquía y se empleaban en defensa de esas causas.
Cambios culturales pueden afectar el significado; el lavar los pies hoy no
significa lo que significaba en tiempos de Jesús y hasta puede significar lo
contrario (ostentación, falsa humildad). La Palabra de Dios permanece para
siempre, pero somos nosotros, en oración y en la comunidad de fe movida por el
Espíritu, que la interpretamos, decidimos qué pasajes enfatizar y cómo
aplicarlos.
Es importante observar que todos los pasajes del N.T. que mencionan la
homosexualidad condenan, en términos iguales, muchas otras conductas,
especialmente la avaricia, la calumnia y la envidia. Y si el amor a Dios y al
prójimo son los mandamientos mayores de Dios, entonces no amar (aun al
homosexual) es el mayor de todos los pecados. Hacia los que sufren, el amor se
manifiesta como compasión ("sentir-con") y misericordia. Otro
principio central en la Biblia es la justicia. ¿Cómo debemos expresar nuestra
compasión, misericordia y sed de justicia hacia los homosexuales y lesbianas?
Hermenéuticamente, el debate sobre la homosexualidad plantea una
pregunta fundamental para la iglesia hoy: ¿estas enseñanzas y otras parecidas
tuvieron la intención de establecer para siempre un código de conducta para
todos, en todas las culturas? ¿Estamos ante un peligro de literalismo y legalismo
más allá de la intención del texto? Creo que aquí funciona la diferencia entre
un fundamentalismo de la letra y la ley, y una perspectiva evangélica (ni
liberal ni fundamentalista) que "examina todas las cosas" y busca una
ética más razonada, de convicciones más profundas y sólidas.
No pretendo
decidir, para el tema de la homosexualidad, cuál de esas dos perspectivas es
preferible, pero sí podemos señalar las consecuencias si el N.T. se toma como
un código "por los siglos de los siglos" para nuestra conducta:
- El divorcio podría aceptarse sólo por causa de adulterio, ni aun por violencia doméstica y jamás por incompatibilidad; si no es por adulterio, segundas nupcias son pecado y son prohibidas;
- Las mujeres no pueden hablar en el culto, mucho menos predicar;
- Las esposas deben someterse al esposo;
- Ninguna mujer debe gobernar sobre hombres, ni en la iglesia ni en la sociedad; países hoy con presidentas están en pecado;
- Los varones deben llevar el cabello corto y las mujeres cubrir la cabeza;
- No podemos comer morcilla (Hch 15:20,29).[7]
Algunos
cristianos y cristianas, y algunas iglesias, entienden el N.T. de esta manera e
intentan aplicar todo este código de conducta. Ellos son los fundamentalistas,
y merecen también nuestro respeto. Pero muchos, que creen igualmente en la
normatividad de la Biblia, han bregado más con los desafíos hermenéuticos y han
ampliado criterios sobre el divorcio y el papel de la mujer (y la morcilla).
Entonces
estamos frente a dos preguntas hermenéuticas fundamentales:
- ¿Es la intención del N.T. imponer un código total de conducta para nosotros veinte siglos después?
- ¿Cómo debe este desafío hermenéutico afectar nuestra actitud hacia los homosexuales?
Consideraciones
científicas
Preguntas
desde la biología y la genética, la sicología, la sociología, la jurisprudencia
y otras disciplinas afectan el debate sobre la homosexualidad. Si la ciencia
comprobara que la homosexualidad siempre (o a veces, o nunca) es congénita,
¿Cómo afectaría eso nuestro criterio ético al respecto? Si la sicología
comprobara que la práctica homosexual siempre (o a veces, o nunca) hace bien (o
hace daño) para la salud mental de ellos, ¿afectaría el debate? Si la
sociología llegara a demostrar que la homosexualidad hace daño a la sociedad y
al matrimonio heterosexual (o no hace daño, o hace ciertos daños y otros
beneficios), ¿podría eso afectar nuestro criterio sobre este tema?
¿Debemos
los cristianos (o deben las iglesias) imponer nuestras convicciones sobre la
sociedad? Aunque las iglesias y la
Biblia tengan por pecado conductas como la borrachera, la fornicación y el
adulterio, la avaricia y hasta la glotonería, ante la ley no son delitos y no
deben ser penados por ningún gobierno. ¿Cuáles son los modelos bíblicos para la
relación entre el pueblo de Dios y el pueblo civil? ¿Debe el estado defender
los derechos humanos y civiles de los homosexuales?
Parece que
hasta ahora estas ciencias no han llegado a muchas conclusiones definitivas.
Cada lado en este debate cita como verdades firmes los argumentos que le
convenga, y hacen caso omiso de las evidencias al contrario. Parece que tanto
la iglesia como la sociedad necesitan tiempo para seguir estudiando estos temas
con humildad y honestidad.
Consideraciones
pastorales
Parece evidente que las instrucciones de Pablo sobre la conducta sexual,
como también sobre el papel de la mujer, tenían una intención pastoral, de
cuidar celosamente el buen testimonio de la iglesia en el mundo de su época. Aunque
Pablo tuvo una teología bastante abierta para las mujeres (Gál 3:28) y tuvo
colaboradoras en su ministerio, en sus instrucciones pastorales fue mucho más
cauteloso y conservador, adaptándose a la sociedad de su época. ¿Podría haber
un factor pastoral similar en las prohibiciones sobre la sexualidad?
De todos modos hoy, en medio del debate sobre la homosexualidad, los
homosexuales y las lesbianas nos plantean un desafío pastoral muy urgente.
¿Pero cuál es el objetivo, "curar" al homosexual o ayudarle en la
vida que está llevando? ¿Se debe decirle, o hacerle sentir, que está en
pecado? ¿Qué hacer si no siente ninguna
culpa por su vida, o en cambio si siente culpa pero no logra cambiar? ¿Se le
debe animar a "salir del clóset"?
Otras preguntas pastorales son si se los puede bautizar, si pueden tomar
la comunión, celebrar sus bodas en la iglesia, enseñar, dirigir cultos o
participar en la música, y ocupar puestos clericales. Las respuestas serán
distintas, según la orientación fundamentalista, evangélica o liberal.
Abundan las preguntas sobre la pastoral de los homosexuales, pero lo
importante es comenzar a realizarlo pronto. Para lograr eso, en vez de ser
hostiles y condenatorios, debemos crear una atmósfera que invite al homosexual
a buscar cualquier consejería que necesite.
Consideraciones eclesiales
La teología
cristiana nació de la misión, y nunca debía de haberse separado de la iglesia y
su misión.[8]
El N.T y los padres apostólicos tuvieron una orientación evangelizadora,
pastoral y contextual. Buscaban básicamente orientar la misión de la iglesia,
no el buscar la coherencia teórica de algún "Sistema". San Pablo, a
pesar de ser muy riguroso doctrinalmente (Gál 1:6-9), pudo exclamar, "Aunque
soy libre respeto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos
como sea posible... Me hice todo para todos a fin de salvar a algunos por todos
los medios posibles" (1Cor 9:19-22). Esa declaración paulina parece estar
de acuerdo con la undécima tesis de Marx contra Feuerbach, que podríamos
parafrasear así: "Hasta ahora los teólogos y las teólogas han contemplado
la Biblia y la fe para entenderlas, pero se trata más bien de transformar a la
iglesia y por medio de ella, al mundo".
Este
compromiso pastoral y eclesial se aplica también -- y especialmente -- a los
que viven más en la Acadêmia que en la
Ecclêsia. No deben (o no debemos)
vivir fuera de la gran comunidad de fe, ni tampoco llevar una vida doble, como
esquizofrénicos teológicos. Creo que los académicos en especial son los que
necesitan tener un compromiso profundo con la iglesia, su misión y su constante
transformación (ecclesia reformata semper
reformanda secundum Verbo Dei; teología como "cogitare cum ecclesia").[9]
Para transformar la iglesia, debemos encontrarla donde está, en su marco de
referencia, en el lenguaje que ellos entienden y con sus criterios de
credibilidad (luchando por transformarlos cuando sea necesario y posible).[10]
La academia no debe creerse superior, como una élite teológica, sino debe tener
una gran dosis de respeto hacia las bases, que se sienten perplejos ante este tema
tan delicado como complicado.
Creo que en
la actual situación de la iglesia, irrespetar los sentimientos (y hasta los
prejuicios) de la gran mayoría de los y las miembros de las iglesias, o brincar
etapas en la promoción de derechos homosexuales, es contraproducente. El buscar
protagonismo personal o institucional, con un vanguardismo que pretende avanzar
sin que la iglesia lo acompañe (o creyendo que sólo ellos son la verdadera
iglesia, como ecclesiola in ecclesia),[11]
no sólo terminará fortaleciendo y aumentando la homofobia en la iglesia sino
también frenará otras transformaciones que el pueblo de Dios necesita
urgentemente.
Es mucho
peor el caso si con los derechos homosexuales se combina la defensa (y la
práctica) de la libertad sexual. En iglesias donde "cayó en pecado"
es sinónimo de fornicación, con eso queda garantizado el rechazo rotundo tanto
de esa libertad sexual como de los derechos homosexuales. Juntos son el beso de
la muerte para la transformación de la iglesia.
Al fin, la
meta básica es la transformación de la iglesia, y la pregunta básica, ¿Cuál
debe ser nuestro rol profético para guiar al pueblo de Dios y transformarlo
bajo el mover del Espíritu de Dios hoy?
[1] En este ensayo emplearemos el
término "homosexual" para referirnos a la actividad homosexual
voluntaria, no a alguna tendencia o preferencia (homoerotismo en cuanto tal).
Además, para mayor facilidad, en este escrito emplearemos el término
"homosexual" para incluir a lesbianas, bisexuales, transexuales y
trasvestis.
[2]Explico esto con más detalle en
"La Biblia, el lector y su contexto histórico", Haciendo teología en América Latina 49-79 (disponible en www.juanstam.com 23 setiembre 2009).
[3] Ninguna traducción puede ser más
que una aproximación al original. De los textos citados, no sólo el significado
sino la misma traducción son debatidos y discutibles.
[4] Esta traducción es errada; el texto
griego no hace ninguna alusión a Sodoma, y en toda la Biblia
"sodomita" siempre significa "habitante de Sodoma", sin
alusión sexual. El siguiente término, "pervertidos" tampoco tiene
base en el original, en cuanto a la idea de perversión.
[5] Hay muchos otros
textos y relatos bíblicos que podrían relacionarse con el tema directa o
indirectamente y han sido introducidos al debate de un lado u otro: la creación
como varón y hembra (Gn 1:22), la creación de Eva (Gn 2:21-24), la historia de
Sodoma y Gomorra (Gn 19), el rapto de Dina (Gn 34), el pecado de Judá contra su
nuera Tamar (Gn 38), la violación de la concubina de un levita (Jue 19) y los
supuestos prostitutos sagrados de los cultos paganos (Dt 23:18). Se debate
también si el término genérico de "inmoralidad" (porneia), especialmente en boca de Jesús, incluía la práctica
homosexual, por ser extra-matrimonial. Por otra parte, algunos defensores de
derechos homosexuales citan las relaciones aparentemente homoeróticas entre
David y Jonatán, Ruth y Noemí, y Jesús y el discípulo amado.
[6] Si Pablo hubiera
querido, contra toda la tradición judía, condenar sólo un abuso de la
homosexualidad (la pederastia) e implícitamente aprobar la práctica homosexual
en sí, tenía en el léxico griego de la época términos muy específicos (pederastia, paidofilia y otros), o
hubiera podido emplear alguna frase como "acostarse con niños" para
hacer tal distinción. Tampoco sería lógico ni justo culpar a las víctimas de la
pederastia. Hay un consenso muy amplio
en la comunidad exegética en que estos dos términos se refieren respectivamente
al agente pasivo y el agente activo en una relación homosexual (Danker,
Barrett, Conzelmann, Fee y N.T. Wright). Walter Danker, en su clásico Léxico
del griego del NT, confirma el uso de malakos,
en correlación precisamente con arsenokoites,
para referirse al participante pasivo en esa relación que él clasifica como
"submissive homoeroticism" en contraposición con arsenokoites (p.613). El problema para los traductores hoy es que
en nuestros idiomas modernos no existen términos que correspondan a esta
distinción.
[7] Para los judíos, comer sangre era lo más
abominable, como una especie de canibalismo (Lev 17:10-16). En el concilio de
Jerusalén, que decretó que los gentiles no tenían que circuncidarse ni someterse
a toda la ley judía para ser cristianos, insistió sin embargo en dos
prohibiciones morales (idolatría, fornicación) y dos prohibiciones sociales
(beber sangre, comer carne de animales ahogados o estrangulados). Es obvio que
se aplica a cristianos y cristianas.
[8] Ver "Teología, contexto y
praxis: una visión de la tarea teológica" en Stam, Haciendo teología en América Latina Tomo II (2005) pp. 17-31
(también www,juanstam.com 28
noviembre 3009).
[9] En situaciones
extremas, como el régimen nazi, el Espíritu de Dios nos puede llamar a acciones más
drásticas, de ruptura con la iglesia establecida, pero siempre con la esperanza
de transformarla.
[10] Para concientizar a la iglesia, la
FTL escogió sabiamente "el evangelio del reino" y logró
transformaciones impresionantes, a pesar de la influencia negativa de los
medios de comunicación.
[11] Veo un paralelismo aquí con el
foquismo sudamericano que luchó heroicamente pero solos, y por otro lado la
revolución Sandinista que además de un ejército guerrillero fue acompañada por
una insurrección urbana masiva.
Sobre el autor:
Juan Stam se nacionalizó costarricense como parte de un proceso de identificación con América Latina. Es Dr. en Teología por la Universidad de Basilea. Docente y escritor de libros, artículos y del Comentario Bíblico Iberoamericano del Apocalipsis de Editorial Kairós.
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