Este tema corresponde al Capítulo 7 del libro "Tiempo de Misión" de Samuel Escobar. Publicado con el permiso del autor
La
expansión misionera del Protestantismo en América Latina ha tenido efectos
diversos sobre la Iglesia Católica Romana. Por un lado la presencia dinámica de
una fuerza religiosa alternativa tuvo como efecto un éxodo de católicos
nominales hacia las filas de las iglesias protestantes. Otro efecto, sin
embargo, fue el de desatar un proceso de autocrítica, que se ha manifestado en
forma oficial en los útimos años, y que puede decirse que ha contribuido a
fortalecer el Catolicismo en la región. Caso típico fue el del Perú donde según
un historiador jesuita, ya a comienzos de siglo, Protestantismo y Liberalismo
se constituyeron en retos que influyeron sobre la Iglesia: "la urgencia de
enfrentar el mundo moderno, aunque fuera de una forma tímida y restringida, y
pactar con los grupos modernizantes de la sociedad peruana fue en buena parte
una reacción contra esos retos."[1]
En años más recientes el crecimiento rápido del Protestantismo popular agudizó las inquietudes de las jerarquías en la región. Uno de los estudiosos católicos mejor informados a este respecto es el sacerdote pasionista belga Franz Damen, quien fue Secretario Ejecutivo del Departamento de Ecumenismo de la Conferencia Episcopal Boliviana. Damen señaló el hecho de que "según las estadísticas en América Latina cada hora un promedio de 400 catolicos pasan a las sectas protestantes, quienes en la actualidad representan ya una octava parte, o sea 12.5% de la población del continente."[2] Damen estudió también las reacciones de las jerarquías frente a este fenómeno recordándonos que este éxodo de católicos hacia el protestantismo ya ha superado numéricamente el que tuvo lugar en Europa en el siglo 16. Es notable, sin embargo, que fueron especialistas católicos en estudios misioneros como Damen quienes se detuvieron en un análisis realista, misiológico y pastoral. Los estudiosos protestantes que privilegiaban el análisis sociológico criticaban a las iglesias populares porque éstas no propiciaban la militancia política de izquierda, las llamadas "luchas populares" en las décadas del 60 y el 70. No advirtieron su realidad misiológica.
"Secta": la construcción de una imagen
Al considerar algunas reacciones de
la misiología católica hay que recordar primero que para referirse al
Protestantismo popular la nomenclatura católica oficial más frecuente usa el
término "sectas". La literatura misiológica católica de América
Latina, demuestra claramente que para las jerarquías, como también para sus misiólogos,
las formas populares del Protestantismo sonlas que generan mayor inquietud y
ansiedad. Esto se refleja en un libro de promoción misionera del conocido
misiólogo Monseñor Roger Aubry, quien en el capítulo sobre "Las sectas y
la evangelización"[3] llamaba la atención al
crecimiento de "las sectas" y decía:
No hablamos aquí de las Iglesias Protestantes
tradicionales, con las cuales mantenemos relacionesecuménicas, compartiendo
los mismos anhelos de evangelización, de justicia, de paz. Hablamos de las
llamadas sectas, la mayoría de ellas llegadas del Norte en este siglo y
particularmente en las últimas décadas. Entre ellas centramos nuestra atención
en las sectas de orden pentecostal o con afinidades pentecostales en sus
expresiones de culto y en su estructura doctrinal.[4]
Entre las "sectas" que
Aubry mencionaba como problemáticas debido a su rápido crecimiento, están las
Asambleas de Dios, la Iglesia del Nazareno, la Iglesia de Cristo, la Iglesia de
Dios, y las Iglesias de Santidad. Citando datos de la publicación Pro Mundi
Vita, Aubry señalaba que estas "sectas" son las que crecen más
vigorosamente, y "representan casi el 80% de las confesiones no católicas,
por ejemplo, en Nicaragua, el 73%; en Costa Rica el 83%; en Guatemala, el
84%..."[5] Utilizando datos oficiales de los obispados
católicos, Aubry mostraba el contraste en el caso de Chile donde los
Pentecostales son el 14% de la población mientras las demás iglesias
protestantes no llegan al 1%, y hace tambièn referencia a Brasil donde los
Pentecostales "constituyen el 70% del Protestantismo". Es evidente
que en su tipología Aubry distinguía dos grupos: los que crecen, a los
que llama "sectas" y caracteriza como "pentecostales"; y
los otros, para los cuales usa el término "Iglesias Protestantes".
Esta misma actitud refleja un Manual
dedicado a orientar respecto a las "sectas". En él un especialista
católico argentino afirma que
Las relaciones ecuménicas desde años han
preferido establecer otro nombre, menos cargado de connotaciones negativas, para
designar a las 'sectas', reconociendo de este modo la presencia en ellas
también de algunos elementos positivos que merecen la consideración de la
Iglesia. Se prefiere hoy hablar de 'movimientos religiosos libres', aunque su
actividad proselitista sea considerada siempre 'sectaria'".[6]
Tomando
en cuenta que en el libro se estudia a Bautistas, Adventistas y Pentecostales,
junto a Testigos de Jehová y Mormones, es evidente que se sigue la misma
tipología a la que hemos venido haciendo referencia. Sin hacer las necesarias
aclaraciones teológicas, es evidente que se presentan como
"sectarias" a las formas de Protestantismo que evangelizan y crecen
numéricamente, y así se las distingue de las otras.
Sería de esperarse que este
crecimiento protestante llegase a entenderse desde perspectiva misiológica
teneindo en cuenta que las sociedades
latinoamericanas van siendo cada vez más pluralistas. Sin embargo, el
vocabulario de los documentos oficiales de los Obispos Católicos muestra una
postura hostil que se ha ido endureciendo. Se detecta cierta evolución en la forma de referirse a los
diferentes tipos de Protestantismo que existen en América Latina. En su Asamblea de Rio de
Janeiro, en 1955, los Obispos no hacían ninguna distinción, sino que
simplemente señalaban "el grave problema que plantean el protestantismo y
los varios movimientos acatólicos que se han introducido en las naciones
latinoamericanas, amenazando su tradicional cultura católica".[7] Trece años más tarde en Medellín (1968) las
Conclusiones de los Obispos no utilizaron los terminos
"Protestantismo" o "secta" sino que insistieron en formas
variadas de cooperación ecuménica con las "diversas confesiones y
comuniones cristianas".[8] Once años después en Puebla
(1979) se hizo una distinción entre "Iglesias" con las cuales se
practica el ecumenismo y se ha llegado a Consejos bilaterales o multilaterales,
y por otra parte "Los 'movimientos religiosos libres'(popularmente
'sectas')".[9] Respecto a éstos se advierte "no podemos
ignorar en lo tocante a esos grupos, proselitismos muy marcados,
fundamentalismo bíblico y literalismo estricto respecto de sus propias
doctrinas".[10]
En Santo Domingo (1992) el Papa tuvo
palabras duras contra lo que llamó sectas. Dirigiéndose a los obispos
latinoamericanos dijo: "A ejemplo del Buen Pastor habéis de apacentar el
rebaño que os ha sido confiado y defenderlo de los lobos rapaces. Causa de
división y discordia en vuestras comunidades eclesiales son - lo sabéis bien -
las sectas y movimientos 'pseudo-espirituales' de que habla el documento de
Puebla cuya expansión y agresividad urge afrontar."[11] Más adelante el discurso del Papa recurrió a la teoría de la
conspiración para explicar "el avance de las sectas" y afirmó:
"Por otra parte no se puede infravalorar una cierta estrategia cuyo
objetivo es debilitar los vínculos que unen a los países de América Latina y
minar así las fuerzas que nacen de la unidad. con este objeto se destinan
importantes recursos económicos para subvencionar campañas proselitistas, que
tratan de resquebrajar esta unidad católica."[12]
¿Qué
pueden los católicos aprender?
El trabajo de Franz Damen que
mencionamos antes toma una perspectiva diferente, y está en la línea de lo que podemos llamar
"acercamiento misiológico católico", en contraste con lo que sería un
"acercamiento policial" que condena a estas iglesias y busca
desprestigiarlas, ya que no puede como en el pasado suprimirlas por la fuerza.
El acercamiento pastoral fue el que había usado algunos estudiosos católicos en
Chile, como el jesuita Ignacio Vergara y el carmelita Ireneo Rosier, que se
acercaron al Protestantismo, incluyendo al movimiento pentecostal, con
honestidad científica y simpatía crítica.[13] Para ellos en vez de intentar frenar ese
avance utilizando el poder estatal y la
coerción social, la Iglesia Católica debía investigar sus propias fallas
pastorales y misioneras y hasta hacerse la pregunta "¿Qué podemos
aprender de estos movimientos?"
Hemos señalado también en otra parte el ejercicio de autocrítica que
acompañó el surgimiento de algunas líneas de las teologías de la liberación,
autocrítica que en parte fue fruto del avance protestante y del Concilio
Vaticano II.[14] Al valorar desde perspectiva misiológica y
pluralista este crecimiento del Protestantismo popular, los estudiosos
católicos señalan puntos claves de estrategia misionera que vale la pena
repasar. Voy a referirme a cinco de ellos.
En primer lugar, Damen refuta
las teorías de la conspiración y afirma que "parece todavía imposible
comprobar que existe una conexión estratégica entre la política expansionista
norteamericana hacia América Latina y la proliferación de las sectas religiosas
en el continente."[15] Sus observaciones y estudios le han permitido
comprobar tres hechos cuya consideración es de suma importancia. Primero, que
las sectas son un fenómeno primariamente religioso más bien que político;
segundo, que un número creciente de sectas no son de origen norteamericano sino
latinoamericano; y tercero, que muchas de ellas se nacionalizan e independizan
pronto. Damen cree necesario criticar la actitud defensiva de las jerarquías.
Cree que con tal postura se llega a falsas interpretaciones que no estudian en
serio la realidad del avance protestante, y que los líderes católicos se
engañan al no reconocer la verdad de sus propias fallas pastorales y
teológicas. En su conclusión pide autocrítica y realismo:
Creo que la imagen de la avalancha más que la
realidad de las sectas, refleja el estado de ánimo y de la mente de la Iglesia
Católica en América Latina. Está acostumbrada desde la conquista al ejercicio
de una hegemonía en el campo religioso, todavía no ha llegado a aceptar y
asumir la realidad de la pluralidad religiosa existente. La figura de la
avalancha le sirve para no tener que enfrentarse con la realidad compleja de
las sectas.[16]
En segundo lugar se destaca y
admira la capacidad de las iglesias populares para movilizar a todos sus
miembros en la tarea de evangelización. Así por ejemplo Monseñor Roger
Aubry describe lo que llama "la participación activa en la vida y la
misión de la Iglesia". Utilizando el lenguaje tradicional admira el hecho
de que "Todos los convertidos son miembros activos que tienen que promover la vida de la secta y
trabajar en la conversión de los hombres no convertidos aún."[17] Aubry reconoce que este
esfuerzo evangelizador es "muy generoso", pero critica el hecho de
que a veces "parece más proselitista que evangelizador." A él le
parece que la evangelización debiera realizarse en un ámbito de respeto y
libertad, pero que hay métodos que no toman eso en cuenta. Su conclusión, tiene
una nota de autocrítica: "debemos confesar que entre nosotros, a pesar de
los serios esfuerzos que se van
realizando, son pocos los laicos involucrados en forma activa y creativa en la
actividad pastoral de su parroquia o de su Iglesia."[18]
Estas observaciones de Mons. Aubry
coinciden con las de Damen, quien también describe el dinamismo misionero
evangélico como una nota distintiva de las iglesias populares:"Con su
proselitismo sistemático y entusiasta, las sectas pentecostales y milenaristas
se presentan como comunidades de fe profundamente misioneras, donde la tarea de
evangelización no está encargada a un personal especializado. Porque es la misión
de cada miembro de la comunidad."[19] A Damen le llama la atención que los grupos
pentecostales que son los que muestran el mayor crecimiento, son también los que en relación con su tamaño, cuentan
con el menor número de misioneros. Esto lo lleva a la nota autocrítica: "Con
esto ponen el dedo en una llaga de las Iglesias establecidas, su relativa
inactividad misionera hoy día, la tremenda dificultad que encuentran en
desarrollar una espiritualidad misionera de las comunidades de fe y la casi
incapacidad de poner en marcha programas misioneros laicales.[20]
En tercer lugar, desde el punto de
vista misiológico resulta notable que algunos de estos estudiosos han llegado a
reconocer que el esfuerzo evangelizador de las iglesias protestantes populares
provee la primera experiencia de fe cristiana para algunas personas. Así
por ejemplo, antes de la reunión de los obispos latinoamericanos en Puebla
(1979), el Departamento de Misiones del CELAM, circuló un Documento de Trabajo
llamado Panorama Misionero que describía las "nuevas situaciones
misioneras" en América Latina. El Panorama reconocía que "Las
mayorías latinoamericanas generalmente se consideran 'católicas, apostólicas y
romanas' aunque la adhesión eclesial de ellas frecuentemente se basa más en una
pertenencia costumbrista a la Iglesia que en convicciones profundas de
fe". El Panorama consideraba también la forma en que ciertos
procesos sociales como la migración sacan a luz la debilidad del vínculo de las
masas con la Iglesia Católica, o simplemente - diríamos nosotros - la ausencia
total de una fe personal y salvadora en Jesucristo. El misiólogo Juan Gorski
observa que frente a esas nuevas situaciones "Si una dinámica típicamente misionera
no está suficientemente presente en la 'pastoral general' de la Iglesia
católica, ella es característica de la acción de las sectas". La
existencia de este dinamismo misionero en lo que Gorski llama "las
sectas" explica entonces que
Las sectas protestantes y otras están
penetrando estos ambientes urbanos y rurales con provecho. Ofrecen a muchos su
primera experiencia concreta e interpelante de la Palabra de Dios, de la
comunidad y entre-ayuda eclesial y de la transformación moral. Frecuentemente
estas sectas recogen los frutos de sentimientos religiosos latentes y de un
dinamismo misionero que no se encuentra en la pastoral católica...[xxi]
Una cuarta característica de
estas iglesias que la Misiología católica destaca es su carácter
verdaderamente popular. Mucho de la metodología, la liturgia, el estilo, de
estas iglesias revela precisamente el origen popular de su membresía y de su liderazgo.
En ese sentido son verdaderamente contextuales aunque no hayan teorizado nunca
sobre la contextualización. El teólogo jesuita español José Luis Idígoras,
quien fue por varias décadas misionero en el Perú, destacó este aspecto con
mayor precisión en un estudio sobre "la
popularidad de las sectas protestantes". Idígoras sostenía que los
protestantes en Norteamérica eran "...hombres de la religión popular.
Pensemos en muchas congregaciones pentecostales con manifiesto desinterés por
lo especulativo y la busca directa de los carismas sensibles y eficaces en la
comunidad."[xxii] Luego se refería al crecimiento de este tipo
de Protestantismo popular en América Latina y aun al surgimiento de variantes
de origen local que han ido apareciendo:
Sus fundadores no son teólogos ni hombres de
la jerarquía. Son cristianos populares con una teología rudimentaria , dotados
de visiones celestes y predicadores ambulantes
por plazas y calles. Hablan de su experiencia espiritual y arrastran a
las gentes de su propio medio que se hacen a su vez predicadores espontáneos
sin altas teologías. Es el mundo popular de la experiencia viva que se antepone
al mundo de la ciencia y del poder.[xxiii]
Idígoras
contrasta este carácter popular de los pastores pentecostales con el elitismo
de los sacerdotes católicos. Critica la formación secularizante que reciben
éstos y aun llega a decir: "Y por eso no nos puede extrañar que hayan
surgido entre los sacerdotes de nuestros países, enemigos de la religión
popular o propugnadores de sistemas secularizados como la integración del
materialismo histórico con la teología."[xxiv] Por contraste nos dice:
La realidad de los pastores protestantes
suele ser muy diferente. Su extracción suele ser tan popular como la de los
católicos. Pero viven más cercanos al pueblo y su formación suele ser menos
filosófica y más teológica. fundamentalmente se basa en la lectura y en la
interpretación de la Biblia, sin mucho recurso a métodos exegéticos. De esa
manera conservan más fácilmente la mentalidad popular con que iniciaron su
formación. Y por eso su predicación es más cercana al sentimiento religioso del
pueblo.[xxv]
Finalmente, se observa en quinto
lugar que estas iglesias populares crean un ambiente de comunidad y
de fraternidad para los pobres en el mundo urbano. En este aspecto, el
sacerdote Angel Salvatierra, un estudioso del episcopado católico ecuatoriano
ofrece otro ejemplo de autocrítica pastoral y misiológica. Señala que frente al
crecimiento desmedido de la población de América Latina, el catolicismo se enfrenta
con su propia escasez de sacerdotes y su práctica pastoral limitada por
"excesiva concentración de responsabilidades en los sacerdotes". Aquí
vé un contraste metodológico con la práctica evangelizadora y misionera de
estas iglesias evangélicas populares.
...las sectas tratan de responder con métodos
propios a la demanda religiosa de los sectores marginados. Estos encuentran en
aquellas un espacio de vida comunitaria y fraterna, un lugar donde celebrar la
fe dando rienda suelta a la parte sensible
y emocional, una comunidad que les hace descubrir su misión evangelizadora y
hasta les permite alcanzar protagonismo religioso sobre la base de la Palabra
de Dios, una visión religiosa de la existencia acorde con el sentido de
dependencia hacia lo sagrado que experimenta el pueblo y una ayuda fraterna
ante las necesidades de orden material.[xxvi]
Los factores señalados por
Salvatierra serían "los que explican en primer lugar la penetración
creciente de las sectas", y sólo pueden ser percibidos por un criterio que
toma en serio la dimensión de lo sagrado. Nos parece que en este punto es donde
más han fallado los análisis del protestantismo popular provenientes de
sociólogos, historiadores y teólogos de tendencia liberacionista, altamente
politizados. Se está dando últimamente una convergencia entre estudios de
fuente protestante con los enfoques provenientes de misiólogos católicos, es
decir especialistas que aportan al estudio preocupaciones informadas por la
teología y la historia de las misiones, y por la vida de las iglesias en
sentido más amplio que lo estrictamente político. Son autores que parecen más
abiertos a aceptar la situación de pluralismo religioso en América Latina y en
consecuencia se acercan al protestantismo popular con una actitud menos hostil.[xxvii]
El reconocimiento de estas
cualidades del Protestantismo popular no significa que estos autores católicos
hayan dejado de lado sus particulares convicciones respecto a la Iglesia de
Roma. en cada uno de los trabajos citados hay también críticas agudas a los
pentecostales. Sin embargo, estas apreciaciones representan un paso al frente
en la comprensión de las diferencias y
semejanzas entre evangélicos y católicos cuando se piensa en la misión
cristiana en el próximo siglo. La cuestión fundamental sería si el Catolicismo
puede ver al Protestantismo popular como obra de Dios en el mundo, como fruto
de la acción del Espíritu Santo. Estas mismas preguntas se les plantean a
muchos protestantes de otras denominaciones más antiguas que se sienten también
desafiadas, cuando no amenazadas, por el crecimiento del Protestantismo
popular.
Cambios en el
Catolicismo
Las aproximaciones
misiológicas han tenido su efecto en los cambios más recientes que se han dado
al interior de la Iglesia Católica Romana. Quizás el indicador más preciso es
el reciente Sínodo de Obispos para América que reunió a cerca de 300 obispos y
cardenales, del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997 en Roma. En forma
explícita se juntó a los jerarcas de América Latina con los de Estados Unidos y
Canadá, lo cual muestra una estrategia destinada a conseguir mayor cooperación
oficial entre estas regiones. Se puso énfasis en la llamada "nueva
evangelización" de modo que
"la iglesia en el pasado había acentuado las soluciones sociológicas para
la pobreza mientras que ahora el énfasis estaría en la conversión".[xxviii] Esta nueva estructura regional
significará en la práctica, por ejemplo, más ayuda financiera del norte para el
sur, y coordinación de esfuerzos en relación con los hispanos en Estados Unidos
que se han estado haciendo evangélicos a un ritmo preocupante para los
católicos.
El Documento Ecclesia in America
es el texto de la "Exhortación Apostólica Post-sinodal" que el Papa
presentó en Mexico el 22 de enero de 1999. Aquí se encuentra un resumen oficial
de la agenda pastoral y social de la Iglesia de Roma para los próximos años. El
párrafo No. 73 del documento se ocupa de los evangélicos y lo que dice de ellos
es revelador. Roma siempre distingue entre las iglesias protestantes que participan
en el diálogo ecuménico dirigido desde Ginebra por el Consejo Mundial de
Iglesias, y las iglesias evangélicas y pentecostales, más dinámicas y
evangelizadoras a las cuales denomina "sectas".[xxix] Ecclesia in America afirma: "La acción
proselitista que las sectas y nuevos grupos religiosos desarrollan en no pocas
partes de América, es un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador".
Luego hace referencia a actitudes ecuménicas que los católicos deben tener, pero
no deja lugar a dudas en cuanto al exclusivismo católico: "...estas
actitudes no han de poner en duda la firme convicción de que sólo en la Iglesia
católica se encuentra la plenitud de los medios de salvación establecidos por
Jesucristo."
Hay
también un esfuerzo autocrítico que tiene dos aspectos significativos. Uno se
refiere a las metodologías pastorales y propone que ante el avance evangélico
la Iglesia se embarque en "un profundo estudio que se ha de realizar en
cada nación y también a nivel internacional para descubrir los motivos por los
que no pocos católicos abandonan la Iglesia". Esto deberá llevar a
"una revisión de los métodos pastorales empleados de modo que cada Iglesia
particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada,
consolide las estructuras de comunión y misión y use las posibilidades
evangelizadoras que ofrece una religiosidad popular purificada, a fin de hacer
más viva la fe de todos los católicos en Jesucristo por la oración y la
meditación de la Palabra de Dios."
El segundo punto de
autocrítica se refiere a un cambio de énfasis de lo social a lo espiritual. El
documento hace referencia a las observaciones de algunos de los participantes
en el Sínodo, en el sentido de que "hay que preguntarse si una pastoral orientada de modo casi
exclusivo a las necesidades materiales de los destinatarios no haya terminado
por defraudar el hambre de Dios que tienen estos pueblos, dejándolos así en una
situación vulnerable ante cualquier oferta supuestamente espiritual". Como
señalábamos antes en este capítulo, varios estudiosos católicos del
Protestantismo latinoamericano habían venido señalando esta cuestión, haciendo
referencia especial a las iglesias evangélicas populares donde lo principal que
las personas encuentran no es dinero ni ayuda social sino "una experiencia
de Dios". El documento llega a la
conclusión de que "Una Iglesia que vive intensamente la dimensión
espiritual y contemplativa, y que se entregue generosamente al servicio de la
caridad, será de manera cada vez más elocuente testigo creíble de Dios para los
hombres y mujeres en búsqueda de un sentido para la propia vida".
Lo que el documento sinodal señala
es algo que hemos empezado a notar en toda América Latina: sacerdotes y laicos
católicos están imitando muchos de los métodos pastorales y de evangelización
que han sido creados y usados por los protestantes, en especial por las
iglesias populares. Así, por ejemplo, muchos programas de televisión católicos
tienen la misma estructura de los programas evangélicos, la himnología popular
de la década de los años 70 y 80 ha sido
incorporada a los cancioneros católicos, y se usan tanto el estudio bíblico en
pequeños grupos como las reuniones en casas con su tiempo de testimonio,
meditación bíblica y oración. En algunos casos estos métodos se han modificado
y adaptado, pero en otros casos es difícil distinguir entre lo católico y lo
evangélico.
Los cambios en el Catolicismo
constituyen un desafío a la identidad de los evangélicos y a su creatividad.
Nos hacen pensar en muchos aspectos de la vida práctica de las iglesias en los
que puede haber también un aprendizaje de lo que este despertar católico está
creando. Hoy en día, por ejemplo, sobre estudio bíblico, dinámica de grupos,
trabajo con gente joven y adolescentes, uso del arte para la enseñanza
cristiana, videos sobre temas cristianos y bíblicos, las librerías católicas
tienen material producido originalmente en castellano o traducido mucho más
abundante y variado que las librerías evangélicas.
Sin embargo, más allá de las
cuestiones metodológicas, los cambios en el Catolicismo nos obligan a definir
cuáles son los distintivos de nuestra fe evangélica. Si hay una iglesia que
imita los métodos evangélicos en forma exitosa, cabe preguntarse ¿en qué nos
distinguimos de ella? ¿por qué seguimos existiendo como iglesias diferentes?
Esto nos plantea el problema teológico de los fundamentos de la fe evangélica
expresada en los varios "rostros del Protestantismo" para usar la
frase de Míguez Bonino. Como tratamos de mostrar en el capítulo siguiente las
cuestiones teológicas y de identidad son importantes y los evangélicos tienen
que usar los recursos misiológicos que les provee la comprensión de su historia
y su teología. Aunque una actitud posmoderna ante la fe relega las cuestiones
teológicas a un segundo plano, éstas son indispensables para la comprensión de
la realidad misionera que plantea el Protestantismo popular.
[1].. Jeffrey Klaiber S.J. La reacción católica ante la
presencia protestante durante la república aristocrática Lima: Seminario de
Historia del Protestantismo en el Perú, 1995.
[2].. Franz Damen "Las sectas ¿avalancha o desafío?" Cuarto
Intermedio revista publicada por la orden jesuita, Cochabamba, Mayo de
1987, p. 45. Damen es de la orden pasionista, ha sido misionero en Bolivia, y
ha publicado varios trabajos acerca de los evangélicos en América Latina.
[3].. Mons. Roger Aubry La misión: siguiendo a Jesús por los
caminos de América Latina Buenos Aires: Ed. Guadalupe, 1990, pp. 105-115. Mons. Aubry,
sacerdote redentorista suizo, fue presidente del Departamento de Misiones del
CELAM entre 1974 y 1979, y ha sido misionero en el interior de Bolivia desde 1970.
[4].. Op.cit., p. 105
[5].. Ibid, p.106.
[6].. Osvaldo Santagada "Caracterización y situación de las
sectas en América Latina", en CELAM Sectas en América Latina. El
libro no indica lugar de publicación ni fecha, pero es el no. 50 de la serie
publicada por CELAM en Bogotá, y en la presentación Mons. Antonio Quarracino
hace referencia a un encuentro que dio origen al libro en 1981.
[7].. I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano Documento
de Rio Lima: Vida y Espiritualidad, 1991. El documento original que esta
nueva edición reproduce, data de 1955.
[8].. Ver Medellín. Conclusiones 2, 26 y 30; 5,
19; 8, 11; 9, 14.
[9].. Puebla 1107, 1109.
[10].. Puebla, 1109.
[11]. Discurso inaugural del Papa en Santo Domingo, párrafo 12.
[12]. Id.
[13].. Ignacio Vergara El Protestantismo en Chile Santiago de
Chile: Editorial del Pacífico, 1962; Ireneo Rosier Ovejas sin pastor
Buenos Aires: Ed. Carlos Lohlé, 1960.
[14].. Ver nuestro trabajo La fe evangélica y las teologías de la
liberación El Paso, Casa Bautista de Publicaciones, 1987; caps.2, 3 y 4.
[15].. Damen, op.cit., p.52.
[16].. Id. p. 58.
[17].. Mons Roger Aubry, op.
cit.; pp. 111.
[18].. Ibid, p. 112.
[19].. Franz Damen "Las sectas: ¿avalancha o desafío?" Cuarto
Intermedio Revista trimestral publicada por la Compañía de Jesús,
Cochabamba No.3 (Mayo 1987), pp. 60-61.
[xxi].. Juan Gorski M.M. El desarrollo histórico de la misionología
en América Latina La Paz, Bolivia, 1985.p, 283.
[xxii]. José Luis Idígoras S.J. La religión fenómeno popular
Lima: Ediciones Paulinas, 1984; p. 236.
[xxiii]. Id., p. 238.
[xxiv]. Id. p. 245.
[xxv]. Id. pp. 245-246.
[xxvi].. Angel Salvatierra "Retos y características especiales de
la nueva evangelización", en CELAM Nueva Evangelización, Bogotá,
1990.
[xxvii].. Me he ocupado del tema en dos capítulos de un libro editado por
Guillermo Cook New Face of the Church in Latin America Maryknoll: Orbis,
1994, y en Historia y Misión: revisión de perspectivas Lima: Ediciones
Presencia, 1994.
[xxviii].. Thomas J. Reese "The Synod points out needs" America
(revista jesuita de Estados Unidos)) Enero 3, 1998; p. 3.
[xxix].. Un resumen de literatura al respecto se puede ver en mi
capítulo del libro Historia y Misión Lima: Ediciones Presencia, 1994;
pp. 17-22.
Sobre el autor:
Samuel escobar es un "peruano universal" radicado en Valencia, España. Catedrático emérito de Misiología de "Palmer Baptist Theological Seminary" en Philadelphia, USA y profesor del Seminario Teológico de la UEBE en Madrid. La Asociación Cultural Jorge Borrow, le otorgó el premio de difusión bíblica 2011.
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