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René C. Padilla |
Pero no lo niego, en mi caso la alegría del encuentro se ha visto empañada por la noticia de que la Facultad Evangélica de las Asambleas de Dios (Faculdade Evangélica das Assembleias de Deus FAECAD) ha suspendido la actividad en Río de Janeiro porque algunos de sus directivos han señalado que el expositor principal, René Padilla, es un cristiano marxista (o marxista cristiano, escoja usted) al que no se le debe permitir hablar en su recinto.
Lo más fácil sería juzgar a la Facultad Evangélica de las Asambleas de Dios de rancio fundamentalismo, pero no me atrevo a hacerlo porque conozco a su rector, a varios de sus ilustres profesores y profesoras y doy testimonio de la avidez académica de la mayoría de sus numerosos estudiantes. Allí estuve hace un año, en febrero del 2016, como conferencista invitado en el Aula Magna para dar inicio al curso lectivo. Hablé sobre la Misión Integral (MI) y sus desafíos teológicos, sociales y ecuménicos. Hablé de la nueva agenda de la MI ante la desigualdad social, la corrupción, deterioro del medio ambiente y violencia que padece América Latina. Mis palabras fueron recibidas con genuino interés. Allí disfruté de sincera fraternidad y de la extraordinaria calidez de la hospitalidad carioca.
Por eso creo que este desplante
descortés hacia mi amigo y maestro, el Dr. Padilla, no debe atribuirse al
conjunto de la FAECAD, sino a algunas fracciones de poder político dentro de ella.
Como en la mayoría de nuestras instituciones evangélicas, también allí existen
bandos que consolidan su autoridad tomando decisiones amparados en la excusa de
proteger la sana doctrina y salvaguardar la pulcritud política de sus tradiciones.
Esta nota la escribo para
expresar mi solidaridad y respaldo a René. Para pronunciar mi malestar con la
suspensión del evento y mi indisposición con las razones que la han
justificado. Suspender un evento como este por tachar de marxista a un
expositor como René es ignorar lo que es el marxismo, desconocer quién es René
Padilla y olvidar de qué manera se hace la reflexión teológica.
Pero permítanme decir algo más.
Pienso que lo que ha sucedido en Río de Janeiro es una señal que confirma lo
que también estamos presenciando en otros países de América Latina: un
resurgimiento de discusiones pasadas. La vuelta a las viejas querellas
cristianas de las décadas del 70 y 80 cuando surgió la MI. Entonces, los que
osaban hablar de la responsabilidad social de las iglesias eran tildados de
comunistas; los que se aventuraban a predicar a favor de la justicia social
eran sospechosos de militancia marxista, y los que creían en la opción
preferencial por los pobres eran excluidos por ser indeseables teólogos de la
liberación.
René sufrió esas diatribas de
parte de sus hermanos evangélicos. También las sobrellevaron Samuel Escobar,
Orlando Costas, Pedro Arana Quiroz, Óscar Pereira, Andrés Kirk, Ismael Amaya, Washington
Padilla, Emilio Antonio Núñez y otros de los ilustres fundadores de la
Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Los acusaron de liberales
teológicos sin serlo (fueron, son y serán evangélicos de pura cepa) y de subversivos políticos sin parecerlo (se
distanciaron desde el inicio de las corrientes liberacionistas de la teología
latinoamericana).
Casi todos los fundadores de la
FTL tienen la experiencia de haber sido marginados de sus iglesias o de haber
sido mirados con recelo. Pagaron el precio de pensar diferente a sus coetáneos
evangélicos quienes creían a pie
juntillas que la misión de la iglesia era solamente proclamar la salvación
del alma y que la iglesia era un santo refugio de los que habían obtenido esa
salvación. Pero ellos cuestionaron “…nuestras tradiciones evangélicas a la luz
de la Revelación escrita” y buscaron “obedecer las claras demandas de la
Palabra de Dios a anunciar a todos el mensaje de Jesucristo llamándolos a ser
Sus discípulos, y ser dentro de la compleja realidad social, política y
económica de América Latina, una comunidad que expresa el espíritu de justicia,
misericordia y servicio que el Evangelio implica” (Declaración Evangélica de
Cochabamba, 1970). ¡Cómo no iban a despertar los celos conservadores!
Lo de Río de Janeiro es un
retroceso. Y son también, en mi personal opinión, un reflejo de la crisis latinoamericana
que se vive en el ámbito económico, político y cultural. América Latina está
viviendo una transición social que afecta también las esferas de la vida
religiosa. Son cambios, en parte, ocasionados por el revés electoral de los
gobiernos de centro izquierda o del llamado socialismo del siglo XXI, el giro
hacia la derecha de los nuevos gobiernos y, como si esto fuera poco, el triunfo
de Donald J. Trump en los Estados Unidos.
Al nuevo panorama político de la
Región se añade como índice de la misma crisis la influencia de los votos
evangélicos conservadores en algunas de las grandes decisiones nacionales. En
Colombia, por ejemplo, para oponerse al Plebiscito sobre los acuerdos de paz
con uno de los grupos guerrilleros (FARC-EP). En Panamá para entorpecer el
Proyecto de Ley #61 por el cual se adoptan políticas públicas de educación
integral, atención y promoción de la salud. En Perú para impedir la aprobación
del nuevo Currículo Nacional de la Educación Básica. En los tres casos
mencionados se esgrimen argumentos en contra de la llamada ideología de género. Y otro caso de sobra conocido, la participación
de la bancada evangélica del Brasil en el juicio contra la presidenta Dilma
Rousseff.
En fin, ¡bienvenidos al pasado! Muchos
de los escritos de hace cuatro décadas acerca de la MI podrían ser leídos hoy
como si los hubieran escrito ayer. Casi todas las declaraciones de la vieja FTL
podrían ser firmadas de nuevo porque América Latina y sus iglesias están
volviendo hacia atrás. Pero, en este regreso se encuentra la gran trampa
teológica para la Misión Integral: que se valga de sus antiguos planteamientos
teológicos para responder a las polémicas conservadoras de hoy o, por el
contrario, que reconozca la necesidad de mirar hacia el futuro, de escuchar a
las personas más jóvenes, de interpretar el momento actual (los signos de los
tiempos) y atreverse a hacer teología para hoy y para mañana, sin dejarse
atrapar por el ayer tan conocido. En las reuniones de esta semana en Brasil se
podría avanzar por este camino.
René, estas líneas son mi forma
de expresarte mi respaldo y admiración. El abrazo personal te lo daré en pocas
horas.
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