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Las nuevas eclesiologías funcionales

En homenaje a Juan Stam (1), en sus 90 años
Por Harold Segura
 
Imagen: Pixabay
Las preguntas que formula la teología no tienen otro fin que procurar que las iglesias examinen su fidelidad al Evangelio que predican y la fe que dicen representar.
Soy pastor bautista; de los de antes (si, de los viejos), de los que creen que la congregación es la autoridad administrativa de la iglesia (y no el pastor) y que, por lo tanto, los congregantes tienen el derecho a preguntar, proponer, supervisar y discutir los asuntos financieros y administrativos, entre otros. “El pastor es de la iglesia y no la iglesia del pastor”, reza un viejo adagio entre nosotros, los “pastores a la antigua”.

El día de la Reforma y el sacerdocio de todos los creyentes | Por René Padilla

500 años de la Reforma Protestante (1517 - 2017)
Imagen: Pixabay -  CC0 Public Domain
Para muchos de los estudiosos de la Reforma Protestante del siglo XVI, los énfasis centrales de este movimiento fueron cinco: Cristo solo (solus Christus), la Escritura sola (sola Scriptura), la gracia sola (sola gratia), la fe sola (sola fide) y la gloria de Dios sola (soli Deo Gloria). Sin embargo, hay buena base para afirmar que, además de estos énfasis fundamentales, los reformadores también dieron un lugar prominente a una doctrina que (por razones que daremos más adelante) podría ser considerada la Cenicienta tanto de la Reforma clásica como del movimiento evangélico en el momento actual. Nos referimos a la doctrina del sacerdocio de todos los creyentes, también denominado sacerdocio universal o común.

Iglesias sintomáticas: fe, ideología y la amenaza de lo reprimido | Por Nicolás Panotto

Imagen: Pixabay -  CC0 Public Domain
Algunas lecturas críticas con respecto a ciertos funcionamientos, dinámicas y discursos dentro de las iglesias cristianas tienden a hablar de sus miembros como simples esclavos de alguna ideología que obnubila sus conciencias o de líderes que “utilizan” discursos teológicos para interés propio, entre otras lecturas que considero reduccionistas. Las defino de esta manera por el hecho de que –más allá de que en muchísimos casos se manifieste así- dichos análisis no consideran otras posibles lecturas que, lejos de ser permisivas, dan cuenta de que ciertas situaciones, experiencias, discursos o modos de institucionalidad poseen un nivel de arraigamiento mucho más profundo de lo que una simple acción de manipulación o la comprensión de la comunidad como un redil instintivo afirman.

¡La Iglesia ha muerto!... ¡Viva la iglesia! Reflexiones para una eclesiología humilde | Por Luis Cruz Villalobos (1)



En busca de un sueño tallaron la piedra;
En busca de un sueño Dios vino a la tierra.
- Silvio Rodríguez


Como los reyes… a rey muerto, rey puesto.

La iglesia[2] ha muerto para muchas personas, sólo se observan movimientos automáticos y espasmódicos del difunto. Algunos/as opinan que no, que la iglesia sigue viva y que debe seguir siendo el estandarte absoluto de la Verdad absoluta para el mundo entero, tal como lo ha hecho por dos milenios… Otros/as piensan que la iglesia no puede morir definitivamente, pero que tampoco debe seguir viva del modo que lo ha estado.

En el presente artículo me interesa compartir algunas reflexiones sobre aquello que puede ser fundamental para un cambio vital en el Cuerpo de Cristo, para que no sea un cadáver violento o irrelevante, en medio de un mundo radicalmente necesitado y cambiante.

 
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