Por Alexander Cabezas, Costa Rica
¡Nuevamente llegó la Navidad!
Este es un tiempo, como ya se ha dicho en otras ocasiones, para compartir y reflexionar en su verdadero sentido. Pero qué sentido encontramos si no hacemos el ejercicio de quitar el polvo, las luces incandescentes, los adornos, la fiesta, los regalos y todo aquellas cosas que le han restado importancia a su esencial fundamental (no por ello me opongo al festejo).
Nos pasa, en Navidad nos sentimos más cerca a nuestros amigos y familiares, queremos pasar tiempo con ellos y ellas, deseamos ayudar a los más necesitados, ir a regalar cenas, todo porque nos prendió el “espíritu navideño”. Sin pretender o menospreciar dichos buenos deseos, mi preocupación es cuando le damos una connotación meramente antropocentrista.